“Le seguía mucha gente”. “Paradójicamente, el mundo, que a pesar de los innumerables signos de rechazo de Dios, lo busca por caminos insospechados y siente dolorosamente su necesidad, pide a los evangelizadores que le hablen de Dios” (Pablo VI).
Jesús se conmueve ante esa multitud que le busca. Nosotros, que debemos tener en el corazón idénticos deseos que Cristo Jesús (cf Fil 2,5), hemos de sentir “la dulcísima obligación de trabajar para que el mensaje divino de la revelación sea conocido y aceptado por todos los hombres de cualquier lugar de la tierra” (C. Vaticano II, A. A.)



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