La ley recién aprobada por el Parlamento francés para combatir contenidos ilícitos en Internet –terrorismo, incitación al odio, pornografía infantil– es similar a la alemana pero más dura. Exige de las plataformas respuesta inmediata a las denuncias, sin control judicial.
Los críticos alegan que restringe la libertad de expresión por vía administrativa y fomenta la autocensura.
Existe malestar contra las fake news, la manipulación informativa, las mentiras… a veces procedentes de quienes se escandalizan del fenómeno, ciertamente agudizado gracias a Internet.