Cuenta san Lucas que una mujer llamada Marta recibió a Jesús en su casa. Nos dice el relato que esta mujer tenía una hermana llamada María. Pero Marta es nombrada en primer lugar, probablemente porque sería la dueña de la casa. En cualquier caso, pronto Marta se verá sobrecargada e inquieta con la preparación de todo lo que le parece necesario para servir a Jesús.
Mientras tanto, María disfruta de la conversación “no solo sentada cerca de Jesús —señala san Juan Crisóstomo— sino junto a sus pies; para manifestar la presteza, la asiduidad, el deseo de oírlo y el gran respeto que profesaba al Señor”.