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Magaly Imaicela y la pequeña Valentina, apoyadas por Spei Mater |
Cuando Ana María se quedó embarazada, todo su entorno le pidió que abortara. El niño venía con problemas y ella también los tenía.
“Me quedé tan sola que entré desesperada en una iglesia, porque al día siguiente tenía la cita para abortar. Y qué “casualidad” que justo ese día el sacerdote hizo una bendición por las madres gestantes; entonces sentí que mi hijo, de apenas dos meses, se movía y que Dios me iba a ayudar”.