El Señor nos pide un estilo de vida serio y alegre basado en la honestidad y en el respeto a los demás. Esa es la prudencia cristiana. Acompaño varias reflexiones.
"¿Por qué puso el Señor esta parábola?, se preguntaba S. Agustín. No porque el siervo aquel fuera un modelo a imitar, sino porque fue previsor para el futuro, a fin de que se avergüence el cristiano que carece de esta determinación".
Quiere el Señor que pongamos en los asuntos de nuestra alma, el empeño, la ilusión y la habilidad que muchos ponen en lo que les interesa, en lo que les es más entrañable y querido. El cristiano no debe tener un tiempo para Dios y otro para los negocios de este mundo, no debe tener "dos señores" sino solamente uno y a Él hay que servir, también en los afanes diarios, con toda el alma. "Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón... Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado" (Dt 6,4-7).