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sábado, 29 de abril de 2023

El día del Señor: domingo 4º de Pascua (A)

Jesús es el Buen Pastor nos acompaña y nos guía siempre. Acompaño mis reflexiones.

La Iglesia se alegra porque Cristo resucitado es su Pastor y nos conoce a cada uno. «Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal 99,3). Sabe perfectamente cómo somos con «un conocimiento del corazón, propio de quien ama y de quien es amado; de quien es fiel y de quien sabe que, a su vez, puede fiarse»[1]. El Señor resucitado nos comprende «con la ciencia más “interior”, con el mismo conocimiento con que el Hijo conoce y abraza al Padre y, en el Padre, abraza la verdad infinita y el amor»[2].

Las ovejas del rebaño reconocen la voz de su pastor, responden a su llamada y le siguen. Al escuchar la voz y los silbidos de su pastor las ovejas sienten alivio, porque saben que se encuentran seguras. «El misterio de la voz es sugestivo: pensemos que desde el seno de nuestra madre aprendemos a reconocer su voz y la del papá; por el tono de una voz percibimos el amor o el desprecio, el afecto o la frialdad. La voz de Jesús es única. Si aprendemos a distinguirla, él nos guía por el camino de la vida»[3].

“Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina, la corriente de gracia de los sacramentos; y ha dispuesto que haya personas para orientar, para conducir, para traer a la memoria constantemente el camino” (S. Josemaría Escrivá). Estos son nuestros pastores. La voz que hemos de oír y rechazar la del extraño que “no viene sino a robar, matar y destruir”. 

Hemos de ponernos en guardia contra esa pseudo curiosidad intelectual que lleva a preferir la voz de los extraños a la Iglesia, pensando que así tendremos una visión más crítica, menos pueril. Ya en la época apostólica, S. Ignacio de Antioquía, escribía: “Os exhorto, pero no yo, la caridad de Jesucristo, a que uséis sólo del alimento cristiano y os abstengáis de toda hierba ajena, que es la herejía. Los herejes entretejen a Jesucristo con sus propias especulaciones, presentándose como dignos de todo crédito, cuando son en realidad como quienes brindan un veneno mortífero diluido en vino y miel. El incauto que gustosamente lo toma, bebe en funesto placer su propia muerte”.

El bombardeo audiovisual que soportamos nos lleva, en ocasiones, a que sean los ojos y no la razón los que nos certifiquen una verdad. La prueba gráfica se presenta siempre como irrefutable, cuando es el material más manipulable y del que más debemos desconfiar. Muchas veces, para encontrar el camino de la verdad en la jungla informativa en que nos movemos, es preciso cerrar los ojos para que las interesadas o falsas imágenes, las fotos o video composiciones no nos engañen, y abrirlos a la Palabra desinteresada y liberadora de Jesucristo que nos llega en la enseñanza del Papa y los Obispos en comunión con él y en quienes actúa Cristo Pastor de su Pueblo.

Jesucristo no quiso sólo mostrarnos el camino que conduce a los parajes más ricos y amenos, sino que sale continuamente en busca de la oveja perdida dándose a Sí mismo en la Eucaristía y en el Sacramento de la Reconciliación. Conocedores de nuestra facilidad para equivocar el rumbo y de nuestras rebeldías, debemos tener la humildad y el talento de acudir al Sacramento de la Confesión para volver al buen camino, donde Cristo Buen Pastor y Médico nos ayudará a volver al camino seguros, limpios y renovados.

Al meditar en este Sacramento de la Misericordia de Dios, digamos de corazón y con agradecimiento lo que, en el Salmo Responsorial, hoy afirma la Iglesia: “El Señor es mi Pastor/ nada me falta...Tu bondad y tu misericordia me acompañan/ todos los días de mi vida/ y habitaré en la casa del Señor por años sin término”. 

(1) Benedicto XVI
(2) Juan Pablo II
(3) Francisco

“En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: -“Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.

Jesús, les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: -“Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Juan 10,1-10).

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