La negativa de los samaritanos a hospedar a Jesús y los suyos que se dirigen a Jerusalén, provocó en Santiago y Juan una reacción airada que no gustó al Señor.
Bien porque no dar alojamiento en Oriente era una grosería imperdonable o bien porque pensaran que Jesús no se merecía ese rechazo, estos dos discípulos le piden permiso para que llueva fuego del cielo y los arrase.
Cristo "les regañó", nos dice el Evangelio de hoy. En otros códices donde se narra este mismo episodio se dice que Jesús contestó: "No sabéis a qué espíritu pertenecéis", ignoráis de qué abismo de maldad ha surgido esa petición.