La negativa de los samaritanos a hospedar a Jesús y los suyos que se dirigen a Jerusalén, provocó en Santiago y Juan una reacción airada que no gustó al Señor. Bien porque no dar alojamiento en Oriente era una grosería imperdonable o bien porque pensaran que Jesús no se merecía ese rechazo, estos dos discípulos le piden permiso para que llueva fuego del cielo y los arrase.
Cristo "les regañó", nos dice el Evangelio de hoy.
En otros códices donde se narra este mismo episodio se dice que Jesús contestó: "No sabéis a qué espíritu pertenecéis", ignoráis de qué abismo de maldad ha surgido esa petición. Las represalias, el devolver mal por mal no es del espíritu de Jesús, quien en la Cruz, por ejemplo, soportando un dolor físico y moral atroz puesto que sus enemigos se están burlando de Él y de la causa por la que muere, suplicó al Padre el perdón para sus verdugos porque no sabían lo que hacían.
¡En cuántas ocasiones somos maltratados por personas que son más ignorantes que malas! ¡Personas que no advierten los intereses que lesionan, los sentimientos que hieren con su modo de proceder!