Familias que salen adelante unidas, que ayudan a otras familias, y que se dejan ayudar.
En esta Carta pastoral, Mons. Fernando Ocáriz propone algunas líneas para seguir cuidando de la familia, lugar nativo del amor.
Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Como ha recordado el reciente Congreso general[1], en las últimas décadas la familia ocupa un lugar destacado entre las prioridades de la Iglesia y, por tanto, de la Prelatura. Con estas líneas querría detenerme de nuevo, brevemente, en este apostolado tan urgente y necesario.
Es patente que muchas personas ven hoy como un modelo más, e incluso cuestionan como una concepción arcaica, lo que en realidad es el designio de Dios para la unión del hombre y la mujer. Sin embargo, debemos llenarnos de esperanza: la luz de la verdad sobre la familia está inscrita por Dios en el corazón humano, y por eso se abre y se abrirá camino siempre en medio de las tormentas.