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domingo, 22 de enero de 2017

EL DÍA DEL SEÑOR: DOMINGO 3º DEL T.O. (A)

"También en nuestros días hay mucha gente "que camina en tinieblas" (1ª lect), desorientadas por la multiplicidad de las informaciones, tan cuantiosas como contradictorias, que recibe a diario. Son tantos, tan opuestos, tan interesados, los mensajes, las mentiras, las medias verdades que escucha, que le llevan a creer que toda certeza es revisable o parcial, cuando no un síntoma de inmadurez o de fanatismo.
Jesús nos llama también hoy, como llamó a los primeros (Evg), para que a la luz del Evangelio orientemos a tantos que sueñan con un mundo mejor, donde la mentira, la violencia, la rapiña, no sean monedas que se cotizan más que el bien, la veracidad. Hay en nuestro mundo una sorda espera, una difusa expectativa, como en tiempos de Jesús, en que el pueblo escogido aguardaba al Mesías.

Bien, pero ¿qué hacer o qué representa mi esfuerzo en el hogar, el lugar de trabajo..., al lado de la omnipresente realidad de la corrupción en la política, los negocios, las relaciones sociales? Debemos persuadirnos 1) de que si yo no cambio no podré cambiar nada, porque al ocupar un puesto, en lugar de mejorar la situación cara al bien común, contribuiré a extender la corrupción. 2) Debo empezar por el ambiente que me rodea: la familia, los amigos, el trabajo... Este influjo beneficiará a muchos originando así un efecto dominó. 3) Contar con el tiempo. La lluvia es fecunda y auténtico oro para el campo, cuando cae mansamente y durante horas o días. La torrencial destruye. 4) No olvidar que Dios tiene más interés que nosotros en que el bien triunfe sobre el mal.
Partir de la base de que el mal nunca puede apagar la luz del bien, no es una visión rosa que desconoce la s dificultades en orden a sanear un sistema viciado. Es una visión que cree en la capacidad operativa de la verdad, en la repulsa que provoca en una inmensa mayoría de personas el engaño como norma de conducta. Una visión que permita vivir, al menos, sin avergonzarnos de pertenecer a la especie humana. Una visión que sabe que siempre habrá cizaña pero también trigo en abundancia, que en la otra vida engrosará los graneros eternos.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 4, 12-23)
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. 

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