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sábado, 12 de agosto de 2017

Rey Arturo: la leyenda de Excalibur

Nueva revisión fílmica del mito artúrico, a cargo del británico Guy Ritchie, que ya abordó con aires modernos en dos películas otra reverenciada figura de la cultura de su país, la del detective Sherlock Holmes. Por supuesto, su aportación tiene que ver con su personal estilo, o sea, convierte al rey Arturo y sus compañeros en gente muy, muy de la calle –en línea con sus títulos mejores, Cerdos y diamantes y RocknRolla–, y filma una acción muy dinámica, en la que importan muchos las peleas a puño limpio, aunque por supuesto no faltan, exigencias del guión, las de espadas. 

 La acción arranca en torno a Camelot, cuando con malas artes, o sea, traicionándole y arrebatándole la vida, Vortigern arrebata la corona a su hermano Uther, y se autoproclama rey. Pero sobrevive a Uther su hijito Arthur, que es criado en Londinum –o sea, Londres– por unas compasivas prostitutas. El chaval se convierte en un buen mozo, ignorante de que él es el legítimo heredero del reino de Britania. 

Pero la prueba por la que deben pasar todos los adultos a instancias de Vortigern –ver si son capaces de arrancar de la piedra la mítica espada Excalibur–, desvelará su identidad, y aunque se resiste a a ser la figura inspiradora que el pueblo sojuzgado necesita, los magos y otros luchadores natos como Bill el Escurridizo, le situarán ante su deber, y le prestarán toda su ayuda. 

 La película entregada por Ritchie, con un guión donde han dejado su huella también Joby Harold, David Dobkin y Lionel Wigram, resulta en general entretenida, aunque sean un lastre algunos momentos de acción con explosiones y rayos, que acaban resultando cansinos, qué difícil es plasmar la magia con gracia en la pantalla. Pero en general las peleas funcionan, y la idea de dar al relato un aire "para el pueblo" está bien, con la buena y repetida fórmula de contar y anticipar cómo discurrirá (o no) la acción que viene a continuación. Quizá Charlie Hunnam sea un poco monolítico como protagonista, pero cumple con su cometido. Mientras que Jude Law repite con convicción el aire arrogante que ya aportó a su Pío XIII en la serie The Young Pope, con el mentón levantado y unos andares que encajan a la perfección con el malvado Vortigern.

decine21.com

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