La periodista Raquel Martín, responsable de comunicación deAyuda a la Iglesia Necesitada, acaba de editar el libro Antes de que sea demasiado tarde (Ed. Palabra), donde recoge testimonios recogidos de cristianos perseguidos de Irak. “Del 1,6 millones de cristianos, en la época de Sadam Husein, apenas quedan 200.000. Se trata de una minoría al borde de la desaparición”, explica Martín para CARF.
¿Cuál es la situación, en estos momentos, de los católicos allí?
Son una minoría al borde de la desaparición. Quedan los últimos de los últimos, en condición de desplazados. Sin embargo, están en pie y con una fortaleza que impresiona.
En este escenario de muerte, martirio y huida se palpa mucha fe. ¿Es tan real como parece?
Sí, de hecho es la fe más real que he visto, con mis propios ojos, en toda mi vida. Nunca me había encontrado un cristiano dispuesto a perderlo todo por su fe. De hecho, ni uno solo de los cristianos de Irak ha apostatado. Ni uno. Ellos son para los cristianos de Occidente la guía y el modelo para vivir.

“Los seminaristas de aquí saben que tendrán que trabajar duro
para favorecer el perdón entre los iraquíes y retomar
la confianza con sus hermanos musulmanes”.

¿Qué esperan de sus hermanos de Occidente?
Ellos esperan de nosotros lo que somos: sus hermanos en la fe. Y a los hermanos hay que acompañarles, apoyarles, ayudarles… no les podemos dejar solos. Nos tienen que doler nuestros hermanos perseguidos en Irak, son parte de nosotros. Para empezar, pidiendo por ellos, por su fortaleza en la fe.
El seminarista Martin Baani no quiso abandonar su pueblo cuando avanzaba el DAESH. ¿Qué le llevó a tomar esa decisión tan heróica?
Ellos no quieren ni oír la palabra héroe. Son gente muy normal, personas como nosotros: con miedos, inseguridades… No son tipos extraordinariamente valientes o fuertes. Sólo que se han abandonado en el Señor. Saben que están en sus manos y que no hay nada más importante en la vida. Por eso Martin quiere quedarse en Irak para acompañar a su pueblo.

Martin Baani (24 años): “No quiero huir del problema. Amo a mi 
país y creo que Jesús nos anima a quedarnos. Si Jesús no
estuviera con nosotros, no podríamos permanecer
aquí ni un minuto”, explica en el libro.

Estuvo en el seminario de Erbil, donde se forman 28 futuros sacerdotes. ¿Qué ambiente viven en esta situación de persecución?
Estos seminaristas tienen una mayor conciencia de su vocación. Saben que serán los futuros sacerdotes de un país donde el cristianismo cada vez va a estar más en minoría. Saben que tendrán que trabajar duro para favorecer el perdón entre los iraquíes y retomar la confianza con sus hermanos musulmanes.
Impresiona la historia de Father Douglas, secuestrado, torturado… ¿Qué destacaría de su testimonio?
Su llamamiento a que los cristianos de occidente despertemos. Dice que los cristianos de Irak están diciendo su  al Señor, que ahora supone la persecución hasta el martirio. Y que a nosotros nos toca nuestro . Cada uno el suyo en la circunstancia que estemos. Tenemos que abrir los ojos y despertar.

“Durante el día yo era un padre espiritual para ellos, y por la noche
se transformaban y me torturaban. Por mí estás perdonado, porque
aún estoy vivo, le dije a uno. Pido a Dios
que arranque el mal de sus corazones” (Father Douglas)

¿Qué es lo que más le impresionó de esta experiencia?
Que son personas que lo han dejado todo, libremente, porque están seguros de que el Señor no les abandona. Para ellos Jesús es tan real como para optar por abandonar tu casa y tu trabajo, y empezar desde cero. Ellos dan testimonio como ningún otro cristiano en el mundo de que Dios está presente.
Entrevista de Edgardo Calvente.
Fuente: carfundacion.es.