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sábado, 24 de septiembre de 2011

El Papa dice que el nazismo y el comunismo fueron “dos dictaduras impías” que trataron de “arrancar” la fe a los hombres

    Benedicto XVI ha celebrado este viernes el santuario de Etzelsbach las vísperas marianas en honor a la Virgen y ha afirmado que “en dos dictaduras impías” como el comunismo y el nazismo “que han tratado de arrancar a los hombres su fe tradicional” el santuario “se convirtió en una puerta abierta y un lugar de paz interior” para las gentes de Eichsfeld, la región donde se encuentra el santuario mariano.

   Precisamente, este santuario se convirtió, bajo el régimen de ambas dictaduras, en un lugar de peregrinación para todos los alemanes, mientras que Eichsfeld está considerada una de las zonas con mayor número de católicos del país. El Papa ha reconocido que “desde que era joven” quería venir a este santuario.

   Durante su homilía, el Papa ha recordado que en María “Dios ha hecho confluir todo el bien” y por medio de Ella “no cesa de difundirlo ulteriormente en el mundo”. Así, el Pontífice ha recordado que desde la Cruz “Jesús ha entregado a los hombres como Madre a María”.

   Benedicto XVI ha recordado que “en el momento de su sacrificio por la humanidad” Cristo constituye a María como “mediadora del flujo de gracia que brota de la cruz” y así la Virgen “se hace compañera y protectora de los hombres en el camino de la vida”.

Por otra parte, el Papa ha subrayado que “no es la auto-realización la que lleva a la persona a su verdadero desarrollo” como “es propuesto hoy como modelo de vida moderna” sino “el don de sí mismo”. Según ha explicado el Pontífice, la auto-rrealización “puede convertirse en una forma de egoísmo refinado”.

   Así, Benedicto XVI ha recordado que María “quiere hacer comprender” que toda la vida debe ser “una respuesta al amor rico en misericordia de Dios”.

   En este sentido, el Pontífice ha destacado que Dios “es la fuente de todo bien” y no quiere “otra cosa” que la felicidad “verdadera” de cada hombre, aunque ha precisado que “tiene el derecho de exigir una vida que se abandone sin reservas y con alegría a su voluntad” y al mismo tiempo “se esfuerce en que otros hagan lo mismo”.

   Finalmente, el Papa ha señalado que “donde dejamos que el amor de Dios actúe totalmente sobre la vida, allí se abre el cielo” porque así “las pequeñas cosas de la vida cotidiana alcanzan su sentido y los grandes problemas encuentran una solución”.

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