Nada hacía presagiar que aquel 11 de marzo de 2004 cambiaría la vida de Fernando. Este padre de familia tomó el tren en Santa Eugenia, una ciudad dormitorio a las afueras de Madrid, camino de su trabajo. Media hora después explosionaron dos bombas en ese tren, y otras en varios trenes que se dirigían a la madrileña estación de Atocha. Resultó ileso. El protagonista relata cómo ve la protección de Dios en este suceso.
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