En el Raval de Barcelona se concentran casi 50.000 habitantes -la mitad extranjeros- en poco más de un kilómetro cuadrado. Josep Masabeu preside un proyecto solidario destinado a quienes sueñan con tener una oportunidad en la zona, y asegura que el peor enemigo de la cohesión social es el egoísmo.
"¿Y tú, qué haces por los demás?". Para Masabeu, que celebra hoy el decimoquinto aniversario de esta iniciativa llamada Braval, toda persona debería plantearse cómo puede ayudar al inmigrante que no conoce el idioma, la anciana que pasa las tardes en soledad o el recién llegado que aún no tiene amigos en el barrio.
Foto: Braval.
Consciente de esta realidad, Braval nació para atender a más de 200 jóvenes que proceden de treinta países, hablan diez lenguas y profesan nueve religiones. ¿Cómo lo consigue?
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¿Y qué mejor manera de relacionarse que a través del deporte? Masabeu explica que las actividades colectivas son la mejor estrategia para "mezclar" distintas culturas, evitar el absentismo escolar y plantar la semilla de la amistad entre los participantes y los voluntarios.
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Según Masabeu, es entrañable ver cómo los chicos y chicas de familias empobrecidas crecen, prosperan y conservan un estrecho vínculo con las personas que les echaron una mano en su día. "Muchos de ellos incluso se convierten en voluntarios", relata el pedagogo.
Foto: Braval.
Las reuniones, fiestas y entrevistas personales son habituales para evitar que los adolescentes "acaben en un gueto" que les alejaría del resto de la sociedad.
Foto: Braval.
El pedagogo señala la necesidad de "incidir en el desarrollo personal", dar seguridad, fomentar la convivencia y establecer unas pautas muy concretas en cada caso... Aunque la prioridad siempre será "dar de comer" a quien lo necesite.
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El céntrico barrio del Raval cuenta con una mayoría de pakistaníes y filipinos. Al contrario de lo que se pueda pensar, "hay más italianos que hindúes" y "más franceses que ecuatorianos". Estos últimos "se están marchando" de España por la crisis.
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