El título de Madre de Dios lo encontramos en esa oración que se remonta al año 300 y que todavía hoy rezamos: "Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desoigas nuestras súplicas... Es el privilegio más alto concedido a un ser humano por ser madre de una criatura prodigiosa: Cristo, creador de una humanidad nueva.
María es aquella Mujer prometida en el paraíso; la Mujer de las bodas de Caná; la Mujer del Calvario; la Mujer del Apocalipsis; la que reúne en torno suyo a sus hijos para orar, preparando así la venida del Espíritu Santo. Ella ha introducido lo humano en el Reino de los Cielos el día de la Ascensión de su Hijo.
Ella misma fue llevada en cuerpo y alma a los cielos con gran alegría de los ángeles.
Hagamos nuestras estas palabras de Juan Pablo II: ¡Salve, María! Pronuncio con inmenso amor y reverencia estas palabras, tan sencillas y a la vez tan maravillosas. Nadie podrá saludarte nunca de un modo mejor que como lo hizo un día el Arcángel en el momento de la Anunciación...son las palabras con las que Dios mismo, a través de un mensajero, te ha saludado a Ti, la Mujer prometida en el Edén, y desde la eternidad elegida como Madre del Verbo".
Es una gran cosa que el año comience con esta Solemnidad que nos habla del comienzo, gracias a María, de una vida nueva en Jesucristo. Toda una invitación a vivir con una fe y un amor nuevo, más vibrante, el año que hoy estrenamos.
Justo Luis
almudi.org
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