Ayer lunes se cumplieron 26 años desde que el mundo viera cómo caía el Muro de Berlín. Más que una simple pared, era un símbolo de una ideología fallida. Tras años de resistencia, el icono del comunismo y de la Guerra Fría se derrumbaba.
El Muro se construyó en 1961 para evitar que las personas escaparan de Berlín Este, que se encontraba bajo el régimen comunista. El 9 de noviembre de 1989 caería definitivamente.
La Iglesia católica, especialmente el Papa Juan Pablo II, tuvo un papel fundamental en la caída del Muro. Fue un día que marcó el final de décadas de opresión. Para Juan Pablo II, era una cuestión personal, especialmente después de enfrentarse al comunismo en Polonia.
Incluso el entonces líder de la Unión Soviética. Mijail Gorbachov dijo que el colapso del comunismo habría sido imposible sin la influencia de Juan Pablo II, que trabajó codo con codo con líderes occidentales, como el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan.
Su mensaje sonó directo y enérgico, y el mundo lo escuchó alto y claro.
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