Lo narra el New York Times: después de entrar en la cuenta, tomó el ratón –que el cliente real no solía emplear– y dirigió el cursor hacia el teclado numérico superior que tenía en la pantalla, y no hacia el lateral, que es el que utilizaba el usuario real, y allí pulsó los números exactos. Pero el software del banco inmediatamente le impidió seguir y llevarse una cifra de seis ceros.
¿Por qué fracasó la estafa? Porque el banco utilizaba un programa de seguridad basado en la biométrica conductual (behavioral biometrics), que no se conforma con la contraseña correcta, sino que, tras acopiar silenciosamente datos de la conducta del titular, los usa para verificar que es realmente él.
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aceprensa.com
Juan Ramón Domínguez Palacios
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