La canícula vaticana se ha caldeado más este verano por la polémica sobre los cambios en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias sobre el Matrimonio y la Familia. Nadie niega que hay cambios relevantes.
Pero, como suele suceder en estos casos, lo que para unos es renovación para otros es purga. Más que una cuestión de cargos, es un pulso sobre cómo enseñar la doctrina de la Iglesia sobre matrimonio y familia.
Pero, como suele suceder en estos casos, lo que para unos es renovación para otros es purga. Más que una cuestión de cargos, es un pulso sobre cómo enseñar la doctrina de la Iglesia sobre matrimonio y familia.
En el pasado julio, se publicaron los nuevos estatutos del Instituto, los cambios en el plan de estudios y se anunció que se prescindía de algunos profesores, especialmente Mons. Livio Melina y el P. José Noriega, que hasta el momento habían sido piezas clave de la institución.
No ha sido un relevo pacífico. Ha habido reacciones muy críticas, que han provocado respuestas en artículos de L’Osservatore Romanoy Avvenire, una carta de estudiantes que piden explicaciones, comentarios en blogs de vaticanistas, comunicados del Instituto para desmentir informaciones… En fin, bronca familiar en una institución hasta ahora tranquila.
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aceprensa.com
Juan Ramón Domínguez Palacios
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