Aunque menos publicitados, hay casos de personas que se sometieron a “reasignación de sexo” y, posteriormente, han pedido retornar a su sexo biológico y lamentado la ligereza del diagnóstico.
“Soy una chica transexual, […] y durante los cuatro últimos años he vivido un camino muy importante: el camino de mi felicidad. Estoy en el colegio Nuestra Señora de la Soledad, el cole de mi pueblo, y allí he tenido la suerte de que mis compañeros y compañeras han comprendido cómo soy desde el primer día”.
Tal fue la reciente intervención de Elsa, quien atraviesa un proceso de “transición de género”, ante la Asamblea de Extremadura. Por sus ocho años de edad, todavía no puede conducir, ni beber alcohol, ni emitir un voto válido en elección alguna, pero ya ha comenzado, con la anuencia de sus mayores –y con el aplauso de buena parte de los parlamentarios extremeños–, su “reasignación de sexo”.
Se desconoce en qué fase del proceso se encuentra concretamente, pero la Sociedad Española de Endocrinología, en un Documento de Posicionamiento acerca de la “disforia de género” (DG), de 2015, aconsejaba cautela: “La persistencia [de la disforia] en niños es claramente menor que en adultos. Los datos de persistencia indican que una gran mayoría (80-95%) de niños prepuberales que dicen sentirse del sexo contrario al de nacimiento, no seguirá experimentando tras la pubertad la disforia de género, dificultando con ello el establecimiento de un diagnóstico definitivo en la adolescencia”.
“Una gran mayoría (80-95%) de niños prepuberales que dicen sentirse del sexo contrario al de nacimiento, no seguirá experimentando tras la pubertad la disforia de género”
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aceprensa.com
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://lacrestadelaola2028.blogspot.com/
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