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jueves, 13 de febrero de 2020

Amazonia: sacerdotes, pero no casados, y mujeres, pero no diaconisas

El tema que más captó la atención de los medios y de la opinión pública en el Sínodo de la Amazonia, la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados, no se menciona en la exhortación postsinodal que acaba de publicar el Papa. Tampoco hay referencias al diaconado femenino, la otra propuesta más llamativa.
Ya en su discurso al término del Sínodo, el pasado 26 de octubre, Francisco dijo que volvería a encargar un estudio sobre si en la Iglesia antigua hubo diaconisas, y no aludió a la ordenación de viri probati para la Amazonia. En cambio, subrayó la necesidad de no centrarse en aspectos organizativos, en especial con respecto al papel de las mujeres en las comunidades cristianas. En la exhortación, titulada Querida Amazonia, repite esa idea.

Primero, el Papa insiste en la urgencia de facilitar el acceso a los sacramentos en la región, sobre todo en la selva, donde la Iglesia tiene escasa presencia pastoral, en parte por la vastedad del territorio, la dispersión de los habitantes y las dificultades del transporte (nn. 84-85). Esa era la razón por la que en el Sínodo se planteó ampliar el número de sacerdotes recurriendo a hombres no célibes.
Pero Francisco no saca esa conclusión. Hacen falta, en efecto, más sacerdotes para lograr “una mayor frecuencia de la celebración de la Eucaristía, aun en las comunidades más remotas y escondidas” (n. 86). En este contexto, “es importante determinar qué es lo más específico del sacerdote, aquello que no puede ser delegado” (n. 87). Es “el sacramento del Orden Sagrado, que lo configura con Cristo sacerdote” y “lo capacita solo a él para presidir la Eucaristía” (ibid.).

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 aceprensa.com

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