El profesor chileno-alemán asegura en su último libro que Occidente está sometido a una neoinquisición
Axel Kaiser, chileno-alemán de amplia formación académica y muy presente en las redes como analista de la actualidad socio-política, ha escrito un libro de actualidad e interés general bajo el título agresivo de La Neoinquisición. Persecución, censura y decadencia cultural en el siglo XXI.
Como confiesa en la introducción a esta obra, Kaiser pretende “combatir ese reino de la oscuridad cultural donde el argumento racional y el respeto por el oponente están desapareciendo del discurso público (…), donde gobierna la intolerancia, el irracionalismo y el pensamiento único” (pág. 27). Desde las primeras páginas del libro, Kaiser, declarado defensor del pensamiento liberal del economista austriaco Friedrich Hayek, pone de manifiesto lo que le preocupa y quiere denunciar en defensa de la libertad:
- La llamada corrección política, que define como “una práctica cultural que busca la destrucción reputacional, la censura e incluso la sanción penal de aquellas personas o instituciones que no adhieran, desafíen o ignoren una ideología identitaria que promueve la supuesta liberación de grupos considerados víctimas del opresivo orden social occidental” (pág. 17).
- “El colapso de la esfera pública como espacio de diálogo relativamente racional para dar paso al irracionalismo, esto es, a una dictadura de los sentimientos y de ideas enteramente subjetivas acerca de la verdad”. (pág. 17)
- “Los intentos por crear una neolengua con el fin de avanzar agendas ideológicas incompatibles con el orden liberal prevaleciente” (pág. 21)
- “La autocensura, que en muchos sentidos es peor que la censura oficial impuesta por el Estado, pues se basa en el triunfo del miedo a un castigo, y enemigo tan difuso que no se puede afrontar” (pág. 23)
- La ruptura de “los diques de comportamiento civilizado entre personas” (pág. 24)
- Llevar “los conflictos del alma al terreno político, donde se transformarán en asesinos porque son insolubles”, como hizo Robespierre según expresión de Hannah Arendt (pág. 25)
- El rechazo por Occidente de su propia cultura, historia y tradiciones.
La nueva intolerancia
El valor de este libro es doble: aporta una abundantísima información muy actual de lo que está sucediendo en nuestras sociedades occidentales, especialmente en Estados Unidos, que ilustra con fuentes contrastables esa neoinquisición liberticida o nueva intolerancia que crece en nuestro mundo; y, a la vez, analiza los fundamentos intelectuales y raíces teóricas de ese preocupante fenómeno que amenaza las libertades públicas de que tan seguros nos sentíamos hasta no hace mucho tiempo.
Kaiser pretende “combatir ese reino de la oscuridad cultural
donde el argumento racional y el respeto por el oponente
están desapareciendo del discurso público”
La obra de Kaiser ayuda a ser conscientes de forma documentada del surgimiento y crecimiento entre nosotros de una grave amenaza o peligro para nuestras libertades y a la vez nos ilustra sobre sus orígenes intelectuales; es decir aporta las claves intelectuales que permiten identificar y diagnosticar el virus que cercena y carcome hoy la libertad en las sociedades democráticas, aportando así también los mimbres para desarrollar una vacuna que defienda la salud de la libertad… ¡si queremos vacunarnos!
Leyendo este libro de Kaiser surge inevitablemente el pensamiento de lo fácil que es para nosotros -los humanos- acostumbrarnos y normalizar −banalizándolas− auténticas aberraciones cuando se adecúan a los tópicos de nuestra época. En cada época nos escandalizamos de las aberraciones que admitían como normales nuestros abuelos, a la par que convivimos con naturalidad con las objetivas aberraciones inhumanas de nuestros días… que escandalizarán a nuestros nietos. Por no hablar del aborto hoy, quiero recordar como ejemplo cercano en el tiempo lo que nos pasó con la esclavitud.
Me tomo muy en serio las advertencias de Kaiser sobre el declive de la razón y las libertades en las modernas democracias porque tengo memoria histórica y sé de lo que somos capaces los humanos. Basta releer (lo he hecho estas últimas semanas) La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher-Stowe, o Raíces, de Alex Haley, para volver a recrear en nuestra conciencia lo que fue la esclavitud de los negros en Estados Unidos hasta mediados del siglo XIX, es decir, prácticamente hasta antes de ayer: seres humanos convertidos en cosas explotables, violables, torturables, vendibles y destruibles a voluntad por sus amos; y esto en una sociedad presuntamente moderna e ilustrada. Irene Vallejo acaba de recordarnos también en su magnífica obra El Infinito en un junco (págs. 270 a 276) lo que significa la esclavitud al hablarnos de esta práctica en la Roma clásica. Si la esclavitud o el genocidio han sido posibles en los tiempos modernos de la civilización occidental tan presuntamente humanista ella, no podemos tomarnos a broma las pulsiones liberticidas que rebrotan en la actualidad y que son el objeto del análisis del libro de Kaiser que comentamos.
El autor muestra cómo los males que denuncia ya son práctica habitual en universidades, editoriales, galerías de arte, academias científicas, revistas de prestigio, etc.
Muchos autores hablan hoy ya del riesgo de que la democracia liberal en un Estado de derecho, que llevamos disfrutando desde la II Guerra Mundial, pueda no ser más que un breve paréntesis histórico. La eficacia económica de dictaduras como la de la China actual, la crisis económica y la destrucción de las clases medias que lleva asociada, el escaso aprecio a las libertades por parte de cada vez más occidentales intoxicados por las ideologías que Kaiser denuncia, los nuevos populismos y nacionalismos radicalizados y el declive de la religión cristiana y su influjo humanizador, son factores −entre otros− que avisan del peligro.
Kaiser critica también en muchos lugares de su libro, y de forma singular en las páginas 335 a 351, otro de los dogmas autodestructivos del occidente actual: el autoflagelo contra la propia historia y la pasada influencia de nuestra cultura en todo el mundo. Cada vez más occidentales ven con horror las propias tradiciones intelectuales y religiosas y se alejan voluntariamente de ellas como de algo malo de lo que huir. Este es otro de los factores autodestructivos de las actuales sociedades libres.
Relativismo, victimismo y políticas identitarias
En el primer capítulo (págs. 29 a 91), Kaiser hace la radiografía del fenómeno que le preocupa y quiere denunciar: la progresiva prevalencia en las sociedades democráticas actuales de valores, actitudes y políticas que no entienden la libertad y se rebelan contra ella con aparente eficacia en nombre de ideales objetivamente irracionales, pero de gran aceptación general, por su apariencia propagandística, como causas progresistas. Con evidente fuerza dialéctica, el libro comienza recordando la historia de las brujas de Salem −popularizada por la obra teatral de Arthur Miller, de fama universal- para hacer patente que hoy estamos asistiendo a procesos que responden a la misma lógica de aquella irracionalidad escandalosa e inhumana.
La denuncia de Kaiser se extiende a
- Lo que llama emocracia, “un tipo de vida común en la que todo lo que importan son las emociones, específicamente sentirse bien con lo que se dice y se hace, procurando no ofender a nadie que se declare víctima y, adicionalmente, como en las sociedades del tabú, autoflagelarse públicamente por cualquier conducta realizada en cualquier momento de la vida que se pueda subjetivamente considerar lesiva de esas emociones” (pág. 31).
- La renuncia al compromiso con la verdad y con la democracia para primar evitar ofender a cualquiera; pues “la verdad no tiene la obligación de ser emocionalmente agradable”; y, además, “el diálogo racional, es decir, aquel basado en la evidencia y las leyes de la lógica, es el único método de resolución de conflictos existente. Puesto que las emociones son por naturaleza subjetivas, asumir los sentimientos como criterio de validez de las expresiones implica que desaparezcan aquellas reglas generales e imparciales que permiten diferenciar lo que es verdadero de lo que es falso y lo que es correcto de lo que es incorrecto” (pág. 32).
- “El subjetivismo radical, pues éste da rápidamente el paso a la irracionalidad destruyendo la idea de comunidad” (pág. 35).
- La cultura del victimismo que permite que “las autodeclaradas víctimas consigan oprimir efectivamente a mayorías u otros grupos acumulando poder, estatus social e ingresos económicos inmerecidos” (pág. 53).
- “El privilegio artificial que hoy en Estado Unidos implica pertenecer a una minoría con categoría de víctima (pág. 55).
- La doctrina de las microagresiones, que “es otra pieza esencial de la neolengua de la corrección política” (pág. 49), que “permite que literalmente cualquier cosa que la mera subjetividad de un individuo considere ofensiva pueda presentarse como una agresión que merece castigo para el que la realiza y reparo para el que la sufre” (pág. 50).
- El nuevo tribalismo generado por las políticas de identidad: “Una ideología y práctica cultural que enfatiza las diferencias creando antagonismos como vehículo para obtener poder, conspira directamente en contra de ese objetivo unificador al activar los aspectos más violentos del cableo tribal de nuestros cerebros” (pág. 60).
- Las políticas identitarias que, asociadas a la cultura del victimismo, desmantelan la moral liberal y la convivencia pacífica (pág. 60),
Kaiser identifica (pags. 75 y ss.), siguiendo la estela del filósofo inglés Roger Scruton, el origen intelectual de estos ataques a la libertad en el irracionalismo del posmodernismo de Foucault y Derrida, que tanto han influido en el pensamiento político de izquierdas en las últimas décadas. Todo el capítulo segundo de la obra (págs. 93 a 217) está dedicado a “la decadencia de occidente”. que provoca el pensamiento de autores como Levi-Strauss, Derrida, Lyotard y Foucault, que han introducido el relativismo cultural absoluto y la crisis de la razón generando las nuevas intolerancias que están destruyendo la libertad democrática clásica; y cuyos efectos están socavando la libertad académica en las universidades, la libertad editorial (con la creación, por ejemplo, de la figura de los lectores de sensibilidad, es decir, la censura previa en las editoriales), la autocensura de los propios escritores, la dictadura de la teoría de la apropiación cultural, que impide a los autores occidentales hablar o escribir sobre otras razas o culturas, el culto a la fealdad en las artes recientes y la extensión, incluso, al pensamiento científico de estas nuevas formas de censura y represión de la libertad de investigación (el nuevo lisenkoismo, según el autor).
Hay una renuncia al compromiso con la verdad para evitar ofender a cualquiera; pues “la verdad no tiene la obligación de ser emocionalmente agradable”, asegura Kaiser
El autor pone múltiples ejemplos concretos de todos estos males en la sociedad actual y muestra cómo los males que denuncia ya son práctica habitual en nuestras universidades, editoriales, galerías de arte, academias científicas, revistas de prestigio, etc. Aunque Kaiser analiza especialmente la sociedad norteamericana y toma de ella la mayor parte de sus ejemplos, es evidente que se refiere a un fenómeno global, que se está dando en todo Occidente, y del que en España podríamos poner también múltiples ejemplos.
Junto a la negativa influencia de esos autores que niegan toda verdad objetiva y hasta la misma realidad, Kaiser identifica otra corriente de pensamiento igualmente coadyuvante en el proceso de construcción de la “neoinquisición” que nos amenaza: el neomarxismo de la escuela de Frankfurt, cuya aportación a la destrucción de la libertad analiza en las págs. 190 y ss., deteniéndose especialmente en el pensamiento de Marcuse y su influencia en los ambientes universitarios norteamericanos.
Concluye Kaiser esta parte segunda de su obra constatando con triste preocupación que “la libertad de expresión está muriendo en el mundo occidental”, en la medida en que “la cultura de la intolerancia que infecta a Occidente se convierta en medidas legales, regulatorias y de presión que significan un retroceso en términos de libertad de expresión” (pág. 203).
La parte final del libro (capítulo 3, págs. 219 y ss.) está dedicada a “los dogmas de la nueva doctrina” y, como tales, analiza la ideología de género y el feminismo inspirado en esa ideología, los tópicos de moda en materia de inmigración y la autoflagelación de los occidentales, que rechazan su propia historia y su aportación positiva a la humanidad junto con la denominada por Elvira Roca “imperiofobia”.
Benigno Blanco, en nuevarevista.net
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