Además del clásico cheque escolar, que no está muy extendido y suele limitarse a determinadas zonas y familias, y de las charter schools, que son escuelas públicas de gestión privada, desde la segunda década del siglo se han adoptado otras fórmulas.
La que más ha prosperado es la llamada cuenta de ahorro educativo (education savings account, o ESA). Como el cheque, pone en manos de los padres el dinero –generalmente no todo– que el estado gasta en una plaza escolar en la red pública. Pero en vez de destinarlo a pagar el colegio que cada familia elija, lo ingresa en una cuenta para gastos en educación que ella administra como mejor le parece. Así, los padres pueden emplear los fondos para costear una plaza en una escuela privada, o bien para clases particulares, enseñanzas complementarias, etc.
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