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sábado, 16 de agosto de 2014

Un millón de personas acompañan al Papa en la beatificación de 124 mártires coreanos


     En la gran plaza de Gwanghwamun, que une el antiguo palacio imperial al centro de una capital ultramoderna, el Papa Francisco beatificó a 124 mártires de la primera generación de cristianos de Corea.La multitud reunida en la inmensa plaza y sus alrededores llegaba al millón de personas, según cálculos de las autoridades de Seúl. La mayor parte habían ido llegando en autobuses durante toda la noche y caminado ordenadamente por diversas rutas preestablecidas entre los rascacielos de la ciudad para confluir en la histórica plaza.
   Justo antes de la ceremonia, el Papa visitó el «Santuario de los Mártires», en la propia capital, donde fueron ejecutados los 103 católicos de la segunda generación canonizados por Juan Pablo II en Seúl en 1984, una fecha que marcó el comienzo de la rápida expansión de la Iglesia coreana, que crece al ritmo de 100.000 bautismos de adultos y 25.000 bautismos de niños cada año.

En su homilía, el Papa propuso el ejemplo de Pablo Yun Ji-chung -un noble arrestado por haber dado sepultura cristiana a su madre y decapitado a continuación por orden del rey el 8 de diciembre de 1791- y de los otros 123 mártires, como un estímulo para extender todavía más«el ejemplo de fe y de caridad que os han transmitido vuestros antepasados».
El Santo Padre subrayo que aquellos intelectuales que conocieron el cristianismo a través de sabios chinos y lo extendieron por Corea mucho antes de que llegasen los primeros misioneros «formaban una comunidad inspirada en la Iglesia primitiva, en la que los creyentes eran verdaderamente «un solo corazón y una sola alma», dejando aparte las diferencias sociales».
Paradójicamente, al cabo de dos siglos, las personas condenadas a muerte por negarse a dar culto a los antepasados son ahora tesoros de la memoria de Corea y reciben culto en la plaza mayor del país. Y su mensaje de igualdad entre las personas, considerado «subversivo» por la cultura confuciana de entonces, es la base de la actual democracia coreana, abierta y moderna.
En una homilía pronunciada en italiano con traducción sucesiva, el Papa Francisco afirmó que la historia de Pablo Yun Ji-chung y los otros 123 mártires desde 1791 a 1888, «nos dice mucho sobre la belleza de la vocación de los laicos». Por otra parte, su ejemplo de heroísmo «nos obliga a preguntarnos ¿Por qué estaríamos hoy dispuestos a morir?»
El Santo Padre subrayó que Jesucristo «enviaba a sus discípulos para que fuesen levadura de santidad y de verdad en el mundo. Para que fuesen la sal de la tierra y la luz del mundo. Y en esto, los mártires nos indican el camino».
Sin hacer referencia a los yasidíes y cristianos perseguidos actualmente por el Estado Islámico en Irak, el Papa recordó una historia paralela. Durante las persecuciones, muchos cristianos de Corea «huyeron a las montañas, donde formaron aldeas católicas. Preferían afrontar grandes sacrificios a dejarse robar la cercanía a Cristo».
El Papa hizo notar que «la celebración de hoy abraza losinnumerables mártires anónimos en este país y en el resto del mundo».
Durante su recorrido en «papamóvil» descubierto antes de la ceremonia, el Santo Padre bajó del vehículo para saludar y bendecira un grupo de familiares de víctimas del ferry «Sewol» que pedían el establecimiento de una comisión investigadora especial para aclarar la cadena de negligencias que costo más de trescientas vidas, incluidas las de 250 estudiantes de bachillerato que iban de excursión a la isla de Jeju. El Papa seguía llevando en su sotana un pequeño lazo amarillo que otros familiares de víctimas le habían dado el día anterior.
abc.es

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