Cristianos saqueados y expulsados de Mosul, en Irak, por los yihadistas del Estado Islámico; o crucificados en la vecina Siria; o que subsisten como pueden en Libia y en Gaza bajo un fuego cruzado. Los acontecimientos de este verano han afectado gravemente a la situación de las comunidades cristianas en algunos países de Oriente Medio.
El patriarca caldeo de Bagdad, mons. Louis Raphael Sako, ha realizado una nueva llamada a la comunidad internacional para que proteja a los cristianos y a otras minorías de Irak.
El patriarca ha visitado los campos de refugiados de Erbil y Dohok y asegura que “lo que he visto y oído supera todo lo imaginable”. Cien mil cristianos han sido expulsados de sus tierras por el terror del Estado Islámico, y han sido desposeídos de sus bienes, de sus casas, de su dinero y de sus documentos.
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