Dice el Señor en el evangelio de hoy: No hay árbol bueno que dé mal fruto, ni tampoco árbol malo que dé buen fruto. Pues cada árbol se conoce por su fruto; no se recogen higos de los espinos, ni se cosechan uvas del zarzal.
El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas, y el malo de su mal saca cosas malas: porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Mediante esta doble comparación -la del árbol, que si es bueno da buenos frutos, y la del hombre que habla de aquello que lleva en su corazón- nos enseña Jesús que la vida auténticamente cristiana ni se disimula, ni se puede sustituir por nada: lo que uno tenga, eso da.
Y comenta San Beda: "El tesoro del corazón es lo mismo que la raíz del árbol. La persona que tiene un tesoro de paciencia y de caridad en el corazón produce excelentes frutos: ama a su prójimo y reúne las otras cualidades que enseña Jesús; ama a los enemigos, hace el bien a quien le odia, bendice a quien le maldice, reza por el que le calumnia...
Pero la persona que tiene en su corazón un fondo de maldad hace exactamente lo contrario: odia a sus amigos, habla mal de quien le quiere, y todas las demás cosas condenadas por el Señor".
Esos buenos frutos se manifiestan, en primer lugar, en una caridad amable y sonriente que se contagia en los ambientes en que vivimos.
Los primeros cristianos producían el asombro ante judíos y paganos: ¡Mirad como se aman! exclamaban al verles. San Lucas en los Hechos de los Apóstoles describe que eran un sólo corazón y una sola alma. Y nos explica su origen: perseveraban en la doctrina de los Apóstoles, en la oración, en la Eucaristía, junto a Santa María.
El miércoles empezamos la Cuaresma. Un regalo que el Señor nos concede cada año. No se conforma vernos como somos, nos quiere mejores de lo que somos. Os invito a leer el mensaje del Papa para la Cuaresma. Nos ayudará a concretar buenos propósitos. Nuestra conversión alegre producirá el fruto de muchas conversiones a nuestro alrededor. Recordad que a Jesús se va y se vuelve por María. Empecemos de su mano la Cuaresma.
Mensaje del Papa para la Cuaresma: AQUÍ
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EVANGELIO
San Lucas 6, 39-45
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
—«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
Un discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
“Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca».
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://lacrestadelaola2028.blogspot.com
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