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domingo, 24 de marzo de 2019

El día del Señor: Domingo 3º de Cuaresma (C)

"Tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala". 

Hay un rechazo por parte de Dios y de los demás hacia la ineficacia. Tampoco nosotros la soportamos. Podemos aceptar el desprecio, el sufrimiento y también la muerte, pero admitir que somos unos inútiles no. 

Dar fruto, servir a Dios y a los demás es, junto a una satisfacción humana, un mandato divino. Sin embargo, hay en nosotros como un principio de oposición que tiende a la exaltación del propio yo y a la comodidad. Este dictador egoísta y vanidoso, regalón y holgazán, va cancelando compromisos, limitando ese servicio a aquellas tareas que le reportan alguna ventaja o satisfacción personal. 

Pero sabemos que dentro de nosotros hay también un ser que reconoce que en servir está su mejor ganancia y que debe sobreponerse al comodón y egoísta. "Aprendamos a servir, dice S. Josemaría Escrivá, no hay mejor servicio que querer entregarse voluntariamente a ser útil a los demás. Cuando sentimos el orgullo que barbota dentro de nosotros, la soberbia que nos hace pensar que somos superhombres, es el momento de decir que no, de decir que nuestro único triunfo ha de ser el de la humildad". 

 ¡Cuántas ocasiones para servir al Señor en la vida familiar, profesional y social que nos santifican y contribuyen a crear un ámbito de bienestar tan necesario para hacer más llevadero el peso de los días! Preguntémonos: ¿Vivo encerrado en mis intereses personales, ajeno a las necesidades de quienes me rodean? ¿Me intereso por lo que pueda inquietar a mi mujer, a mi marido, a mis hijos, a los demás miembros de mi familia? 

¿Soy sensible y lo demuestro con hechos a los apuros de mis amigos, los compañeros de trabajo, los enfermos, los pobres? ¿Me escudo en la falta de tiempo o en que también yo estoy agobiado con problemas y no puedo cargar con los de los demás? Todo esto es posible cuando no sofocamos lo que en nosotros hay de más cálido y mejor por vivir en una atmósfera interior dominada por el tic-tac del reloj, por ceder a las presiones de las nuevas tecnologías (móviles, tabletas, ordenadores, televisión, internet) cuando sabemos que el Señor nos espera en esos detalles de servicio y cuando hay un amor sincero, afectivo y efectivo a Cristo en los demás. 

Ante nuestras debilidades la voz del Señor es la voz del viñador en la parábola que hemos escuchado hoy: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante".

Estamos en el ecuador de la Cuaresma. El Señor sale a nuestro encuentro de continuo, en especial en la palabra de Dios, meditada en silencio  y en la Eucaristía. Preparemos también una buena confesión para sentir en lo más profundo del corazón la caricia infinita del perdón y la misericordia de Jesús. 


Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 1-9

 En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús respondió: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. 

 O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera». Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. 

Dijo entonces al viñador: “Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.  Pero el viñador respondió: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol,  a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».


Juan Ramón Domínguez Palacios
http://lacrestadelaola2028.blogspot.com

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