La sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos que niega la existencia de un derecho constitucional al aborto ha generado una cascada de críticas entre los llamados pro-choice. Algunas plantean escenarios poco menos que apocalípticos, al estilo del que pinta El cuento de la criada. Otros acusan al movimiento provida de desentenderse de la suerte de las mujeres. Pero muchas iniciativas en el país muestran una realidad bien distinta.
En concreto, algunos artículos señalan que muchos de los que ahora se congratulan por la sentencia no se han implicado o incluso se han opuesto a algunas políticas para mejorar la vida de las mujeres más vulnerables, que son mayoría entre quienes abortan. Por eso, consideran que los pro-life en realidad son solo pro-birth: pasado el nacimiento, tanto el niño como la madre vuelven a ser irrelevantes.
Marco Rubio, senador republicano por Florida, se ha destacado dentro del partido por lo que él mismo ha llamado el “capitalismo del bien común”, un sistema de libre empresa que busca reforzar los derechos de los trabajadores y las políticas familiares impulsadas por el Estado.
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