Mons. Javier Echevarría sugiere preparar la Navidad buscando la Gracia en los sacramentos y leyendo y meditando con frecuencia la Palabra de Dios
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Con inmensa alegría recuerdo el gozo con que San Josemaría repetía, durante el tiempo de Adviento, las palabras de la liturgia: Dominus prope est!. Así comienza el Prelado su carta de diciembre, y continúa: Esperaba con prisa y agradecimiento la solemnidad que conmemora la llegada del Salvador a la tierra.
Citando unas palabras del santo Padre: «Se ha hecho niño para que la Palabra esté a nuestro alcance» y otras de su reciente Exhortación Apostólica Verbum Dei: «ahora, la Palabra no sólo se puede oír, no sólo tiene una voz, sino que tiene un rostro que podemos ver: Jesús de Nazaret», invita a todos a proseguir con seguridad y gran contento, nuestro camino cristiano, recordando unas palabras de San Josemaría en la meditación de Navidad del año 1972: al encarnarse, viniendo a vivir entre nosotros, nos ha demostrado que no estamos en la vida para buscar una felicidad temporal, pasajera. Estamos para alcanzar la bienaventuranza eterna, siguiendo sus pisadas. Y esto sólo lo lograremos aprendiendo de Él
Afirma el Prelado que hemos sido revestidos de Cristo en el Bautismo y que para conformarnos más y más a Él, el Señor nos ha dejado los demás sacramentos, especialmente la Penitencia y la Eucaristía. Recibiéndolos con frecuencia y con las disposiciones debidas, nuestro parecido con Jesús se refuerza, nos hacemos mejores hijos de Dios. El Espíritu Santo realiza esa tarea en las almas, contando con nuestra colaboración personal.
Parte de esa colaboración, continúa, se concreta en leer asiduamente la Palabra de Dios, y recuerda el consejo de San Josemaría: Hemos de reproducir, en la nuestra, la vida de Cristo, conociendo a Cristo: a fuerza de leer la Sagrada Escritura y de meditarla, a fuerza de hacer oración, y sugiere ponderar con frecuencia: ¿con qué afán de santidad me acerco a las fuentes de la gracia? ¿Busco el modo de ser puntual en la recepción de los sacramentos, queriendo adquirir la limpieza de alma y el tono sobrenatural que Dios espera de mí?
Después de hacer unas consideraciones sobre la reciente Exhortación Apostólica del Santo Padre, afirma que resulta necesario que, al repasar con detenimiento el Evangelio y los demás libros inspirados, fomentemos una actitud personal de escucha; y para transformar esa lectura en oración sugiere la lectura del punto 754 de Forja: Al abrir el Santo Evangelio, piensa que lo que allí se narra —obras y dichos de Cristo— no sólo has de saberlo, sino que has de vivirlo. Todo, cada punto relatado, se ha recogido, detalle a detalle, para que lo encarnes en las circunstancias concretas de tu existencia.
Recuerda las palabras del Papa en la citada Exhortación Apostólica, en las que afirma que «cada santo es como un rayo de luz que sale de la Palabra de Dios», mencionando a varios santos y santas que han aportado luces nuevas, sacadas del Evangelio, a la vida de la Iglesia; y muestra cómo uno de esos rayos se manifiesta «en San Josemaría Escrivá y su predicación sobre la llamada universal a la santidad», añadiendo que estas palabras nos han colmado —como es natural— de mucha alegría, al tiempo que nos traen al alma una llamada a nuestro sentido de responsabilidad, para sacar más provecho de las enseñanzas de nuestro Padre y difundir más aún su mensaje, amando así más a Dios y a la Iglesia.
Termina su carta sugiriendo un consejo, tomando ocasión de esas palabras del Papa a propósito de San Josemaría: aumentad —aumentemos todos— el afán de conocer a fondo los comentarios de nuestro Padre a la Sagrada Escritura. Aprenderemos así a movernos con mayor soltura en el mar profundo de la Revelación, y sabremos descubrir también el sentido espiritual que se esconde en las palabras del texto sacro: lo que el Espíritu Santo desea transmitirnos, aquí y ahora, a cada una y a cada uno de nosotros.
ALMUDÍ
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