Con motivo del día del Seminario, que se celebra el próximo
lunes, 19 de marzo, Luis Melchor Sánchez –Vicario Parroquial de San
Valentín y San Casimiro- ha hablado de esta festividad tan importante
para la Iglesia que, este año, se celebra bajo el lema “Pasión por el
Evangelio”.
Melchor, tal y como le conocen sus compañeros de curso, no titubea un
solo segundo cuando las cámaras de televisión llaman a las puertas de
su casa para sugerirle una chispa de sabiduría, de conocimiento y, sobre
todo, de testimonio tras muchos años al servicio del Señor. Solamente
tiene 26 años, pero su recorrido pastoral traduce sus palabras en una
experiencia de vida apasionante.
“Mi experiencia en el Seminario”, comenta, “empieza realmente en el
momento en que a mí me expulsan del Instituto en el que estaba
estudiando y, casualmente, ese mismo día me ofrecen entrar al Seminario.
En realidad, todo lo que ha sido mi paso de esos 8 años en el
Seminario, ha sido un ir creciendo, ir madurando, ir aprendiendo a ser
persona y, sobre todo, a ser sacerdote”.
Bajo una mirada convencida y emocionada, y mientras recuerda aquellos
años de su juventud, alienta a aquellos jóvenes que, ahora mismo,
tienen dudas respecto a su vocación, a “que sean muy sinceros consigo
mismos para que no se traicionen a lo que el Señor les está llamando
porque, si el Señor les llama, no les va a quitar nada sino que les va a
entregar absolutamente todo”.
Luis está viviendo esta campaña del Seminario muy intensamente y,
sobre todo, está animando a muchos en la Diócesis de Madrid a que
participen de la Cadena de Oración por las Vocaciones “porque rezar
continuamente por las vocaciones nos va a asegurar el futuro de que la
Iglesia en Madrid siga viva y siga ofreciendo sacerdotes jóvenes y,
sobre todo, santos”.
Ser sacerdote, hoy, se ha convertido en una asignatura muy complicada
para cualquier joven que decida apostar por la vida sacerdotal. Melchor
tiene muy claro cuál es el principio y final de su vida. Por ello,
asegura que ser sacerdote, hoy en día, “es una cosa, por un lado,
llamativa -porque no somos muchos los sacerdotes jóvenes- pero, por otro
lado, muy humana -porque mucha gente está buscando y no sabe dónde
encontrar-. Está llamando a muchas puertas y no encuentra lo que,
realmente, llama a su corazón. Por eso, poder dar una respuesta real a
esa búsqueda y a ese corazón inquieto es el motor de mi vida, lo que me
hace levantarme cada día y lo que hace dormir tranquilo y feliz”.
Es el testimonio de Luis Melchor: un sacerdote joven, moderno y,
devoto del mensaje que dejó escrito Juan Pablo II en Cuatro Vientos,
profundamente fiel a Jesucristo.
ANÁLISIS DIGITAL
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