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martes, 30 de abril de 2013

Iron Man 3

Hombre de hierro pero con menos coraza La tercera entrega mejora la segunda. Entretenida, espectacular, con un personaje más de carne y menos ferruginoso
   Hace un año se estrenó la aclamada “Los Vengadores”, que ha recaudado más de mil quinientos millones de dólares en todo el mundo, convirtiéndose así en la película Disney más taquillera de la historia. Ahora, la poderosa compañía de Burbank intenta repetir ese éxito retomando la franquicia de Iron Man, el sarcástico superhéroe de la Marvel, que apareció por primera vez en las páginas de “Tales of Suspense” (nº 39) en 1963, y protagonizó su primer cómic —“El invencible Iron Man” (nº 1)— en mayo de 1968. En esta tercera entrega fílmica, el actor neoyorquino Jon Favreau —director de las dos películas anteriores— ha pasado a ser productor ejecutivo y actor secundario —da vida al entrañable guardaespaldas Happy Hogan—, y ha dejado su puesto tras la cámara al también estadounidense Shane Black, famoso como guionista de populares películas de acción —toda la saga “Arma letal”, “El último boy scout”, “El último gran héroe”, “Memoria letal”…—, y que ya debutó como director en 2005 con el violento y grosero thriller “Kiss Kiss, Bang Bang”.

   Tony Stark (Robert Downey Jr.) sigue siendo un genio excéntrico, multimillonario y filántropo que, cuando es necesario, se enfunda una sofisticada armadura voladora y se transforma en el superhéroe Iron Man. Después de salvar Nueva York de la aniquilación, Tony es incapaz de dormir, y está atormentado y atemorizado por algo que sólo intuye. Quizás, la cosa se relacione con las inquietantes visitas a las Industrias Stark del prestigioso científico Dr. Aldrich Killian (Guy Pearce) y de su ayudante, Maya Hansen (Rebecca Hall), que hace años mantuvo una relación con Tony. O quizás, la inquietud de Iron Man simplemente tenga que ver con El Mandarín (Ben Kingsley), jefe de la siniestra organización terrorista conocida como Los Diez Anillos, de la que parecen provenir todos los actos de terrorismo extremo que asolan el mundo. Cuando Stark es violentamente atacado y su novia Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) puesta en peligro, Tony deberá buscar, solo y sin medios, una manera de salvar al mundo y, en el proceso, de reencontrarse a sí mismo. Sólo podrá ayudarle el leal Comandante James Rhodes (Don Cheadle), ahora convertido en War Machine.

   Shane Black tarda un poco en encontrar el ritmo de la trama y en equilibrar el habitual cóctel de acción trepidante y humor desatado, recurriendo incluso a algunos gags algo zafios. Pero, en cuanto ajusta ritmo y tono, y adquiere velocidad de crucero, ofrece a los aficionados al género un espectáculo enormemente entretenido, eficacísimo en sus constantes golpes de humor —atentos a Ben Kingsley—, apabullante en sus aparatosos efectos visuales, con varias secuencias de acción antológicas —ese espléndido rescate aéreo de los caídos del Air Force One…— y ciertos leves refuerzos dramáticos en torno a la perversión de la ciencia y al enriquecedor periplo vital y moral del protagonista. Un Iron Man que suaviza su cínica superficialidad —sobre todo tras su encuentro con un niño— y fortalece el sentido profundo de su vocación de superhéroe, limitado, como todos, y necesitado, también como todos, de la ayuda de los demás. 


(Cope  J. J. M.)

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