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lunes, 1 de abril de 2013
Esto es Pascua: «De la esclavitud del pecado y el mal, a la libertad del bien y de la bondad»
Antes de la bendición Urbi et Orbi, el Papa se dirigió a todos los presentes en la Plaza de San Pedro para felicitarles la Pascua y orar por la paz de todos, momento en el que mencionó las principales zonas de conflicto hoy en el mundo, en particular Siria y la península coreana.
Con un mensaje cargado de espiritualidad, explicó que, con la Resurrección, "Jesús no volvió a su vida terrena, sino que entró en la vida plena de Dios con nuestra humanidad", como promesa de nuestro premio futuro.
La Pascua es la gran fiesta del amor de Dios, y hacia ese punto enfocó Francisco sus palabras: "El amor de Dios puede transformar nuestras vidas, hace florecer esas zonas de desierto que hay en nuestro corazón". Metáfora que repetiría un poco después: "La misericordia de Dios puede hacer florecer la tierra más árida y reverdecer los huesos más secos".
Porque esto es la Pascua: "El paso del hombre de la esclavitud del pecado y el mal a la libertad del bien y de la bondad", y "este paso de la esclavitud del mal a la libertad del bien debe ponerse en práctica en todos los momentos de nuestra vida".
"¡No somos conscientes de todo lo que el Creador nos ha dado y nos da!", proclamó el pontífice: "¡Dejémonos renovar por la misericordia de Dios!". Y enumeró males como "la codicia que busca ganancias fáciles" o "el egoísmo que destruye la vida y la familia", con una mención especial al tráfico de personas y de drogas como responsables de innumerables tragedias personales: “¡El tráfico de personas es la esclavitud más extendida en este siglo XXI!", proclamó con indigación.
El Santo Padre felicitó la Pascua en italiano e impartió la bendición Urbi et Orbi con una sencilla estola roja sobre su sotana blanca.
Francisco había iniciado la misa del Domingo de Resurrección a las 10.15 bajo un cielo de nubes y claros que a veces amenazaba un chubasco sobre casi cien mil fieles presentes al comienzo de la ceremonia. A pesar de que el día era fresco, la llegada de romanos y peregrinos continuó durante dos horas hasta ocupar, al mediodía, toda la Vía della Conciliazione y las calles adyacentes. Era la primera Pascua con el nuevo Papa y nadie quería perderse una bendición que fue retransmitida en directo por cientos de canales de televisión de todo el mundo.
Esa conexión a las doce en punto obligó a abreviar el recorrido que hizo Francisco por toda la plaza en el papamóvil descubierto. Durante el baño de multitudes besó a varios bebés, deteniéndose en particular, visiblemente emocionado, con un niño discapacitado que, fuera de sí por la alegría, le sujetó con fuerza. También recibió de un grupo de compatriotas una camiseta del San Lorenzo de Almagro, el equipo del que se ha confesado admirador, como nacido en el porteño barrio de Flores.
RELIGIÓN EN LIBERTAD
Homilía de la Vigilia Pascual: AQUÍ
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