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lunes, 20 de abril de 2015

"Hay que rezar por todo el mundo, incluso por los que pueden estar equivocados"

El prelado del Opus Dei, Javier Echevarría, abre en Valencia el 17º ciclo de conferencias «Diálogos de Teología Almudí», invitado por Cañizares.

Los vivos colores de las alas de los ángeles sobre un techo azul, de las geométricas cenefas mozárabes y de los adornos arquitectónicos del salón de actos Alfons el Magnánimo del Centro Cultural de la Beneficencia de Valencia contrastaban ayer con la platea monocromática de negro intenso de los clergyman de los asistentes a la apertura de la 17 edición del ciclo de conferencias «Diálogos de Teología Almudí», organizado por la Facultad de Teología de Valencia y la Biblioteca Sacerdotal Almudí y que ayer contó con un invitado poco frecuente en estos pagos, el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría (Madrid, 1932), el jefe mundial desde hace 21 años de las 90.000 personas que forman parte de la Obra.

Echevarría abandonó su residencia en Roma para atender la invitación del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que compartía con él lugar en el estrado y a quien el prelado se refirió diciendo: «Es tal el afecto y la veneración que le tengo que me puede pedir lo que quiera».
El ciclo de conferencias de este año es un monográfico dedicado al Concilio Vaticano II y sacerdocio, al cumplirse medio siglo de la Presbyterorum Ordinis y en memoria del antecesor del actual prelado, Álvaro del Portillo, que fue beatificado el 27 de septiembre del año pasado y fue el sucesor de Escrivá de Balaguer.
Echevarría se convirtió en el secretario personal del fundador del Opus Dei a los 21 años, dos antes de ordenarse como sacerdote, y permaneció a su lado hasta su muerte, en 1975. Fue el Papa Juan Pablo II, muy próximo al Opus Dei, quien le designó prelado de la Obra hace ahora 21 años (abril de 1994).
En la apertura de la sesión, Cañizares refiriéndose a la figura de Álvaro del Portillo declaró: «Siempre tuve la impresión gozosa de estar ante un santo». Tanto el cardenal como el prelado, en sus respectivas intervenciones, tiraron por lo alto el quehacer diario de los sacerdotes al indicar que deben vivirlo con la intención de ser santos, «no cabe una vida sacerdotal mediocre», agregó Echevarría.
Recordó también el prelado el afecto profundo que Juan Pablo II sintió por Álvaro del Portillo y que ese respeto fue compartido por la curia, «fue aceptado por su bondad y por su saber servir a la Iglesia».
Una vez acabada la exposición, Levante-EMV preguntó al prelado su opinión por turbios asuntos que agitan la tierra como la corrupción, a lo que Echevarría respondió: «Hay que rezar por todo el mundo, no hacer discriminación y hay que rezar también por aquellas personas que puedan estar equivocadas». Y en cuanto a qué mensaje daría a las personas que no creen en Dios, el prelado del Opus contestó: «no van a encontrar a nadie que les comprenda colmo lo hace el Señor, qué tontamente nos apartamos a veces».
    • P. G. del Burgo
    • Levante EMV

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