“No hay duda de que el Estado Islámico (ISIS) deba ser detenido, para salvar a los cristianos de Oriente Medio del genocidio y para evitar que la violencia se extienda aún más”, así lo ha asegurado el Observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas de Ginebra, monseñor Silvano Tomasi.
Monseñor Tomasi ha revelado en una reciente entrevista al periodista italiano Riccardo Cascioli que es necesario detener al Estado Islámico (EI) porque se está realizando un intento de “genocidio” en contra de los cristianos, según la definición contenida en la Convención internacional para la prevención y la represión del delito de genocidio (1948) en donde se utiliza el término de “genocicio” cuando hay la intención de destruir -del todo o en parte- un grupo nacional, étnico, racial o religioso.
“Está claro que el EI quiere eliminar a los critianos -explica monseñor Tomasi- y en este caso si el Estado no consigue proteger a sus ciudadanos existe el deber de la comunidad internacional a proteger el inocente” porque el martirio se puede aceptar libremente pero no se puede imponer y “la comunidad internacional tiene el deber de defender los derechos de las víctimas a través de los instrumentos que tiene: el Consejo de Seguridad de la ONU, la Asamblea general, etc”.
En esta línea, el Papa Francisco ha denunciado una vez más estos crímenes al comienzo de la Misa en el Vaticano con ocasión del centenario del genocidio armenio este 12 de abril en la que que ha recordado a tantos “hermanos y hermanas, que a causa de su fe en Cristo o por su pertenencia étnica son publicamente y atrozmente asesinados –decapitados, crucificados, quemados vivos- y también obligados a abandonar su tierra”.
“Estamos viviendo una especie de 'genocidio' causado por la indiferencia general y colectiva, del silencio cómplice de Caín que exclama ¿a mí que importa?”, ha recalcado con fuerza el Pontífice en el Vaticano.
Pero además, el Papa ha escrito y entregado este mismo día una carta a los armenos –la cual no había sido difundida publicamente- en la que se refería al genocidio armenio y aseguraba que “hacer memoria de esto sucedido es un deber no solo para el pueblo armenio y para la Iglesia universal, sino también para toda la familia humana” para que esta tragedia "nos libere de caer en horrores similares".
De hecho, en esta misiva, el Pontífice insiste en que “estos conflictos degeneran en violencias injustificables, fomentados por instrumentalizaciones de las diversidades étnicas y religiosas” por lo que asegura que “todos los que están a la cabeza de las naciones y de las Organizaciones internacionales están llamados a oponerse a tales crímenes con firme responsabilidad, sin ceder a ambiguedades ni compromisos”.
Por su parte, el representante de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra explica en la citada entrevista que es necesario quitarle al EI “cualquier apoyo político, militar y económico: retirar el apoyo político, bloquear el tráfico de armas, evitar comprarles el petroleo” pero también ha explicado que si todo esto no funciona entonces “en extrema ratio –en un caso extremo- también la fuerza puede ser usada” ya que, como ha dicho el Papa Francisco, “es necesario detener la mano del agresor injusto” el EI avanza, “la situación empeora y los cristianos continúan a ser asesinados”.
Sin embargo, monseñor Tomasi reconoce también que “la intervención militar debe tener criterios claros” y citando a san Juan Pablo II ha precisado que “no se deben crear mayores daños, debe ser limitado en el tiempo y alcanzar un consenso general, en vista del bien común y no de intereses particulares” y concluye que en este momento se está luchando en dos direcciones “reforzar el ejército iraquí para que tenga control sobre el territorio” y por el otro en “detener la expansión del EI” pero añade que esta acción solamente será eficaz con la colaboración de los países interesados -Jordania, Turquía, Irán, Irak, Siria- para que la participación del mundo occidental no sea vista como una invasión.
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