El prelado del Opus Dei estuvo en el santuario de Torreciudad, del 29 de agosto hasta el 1 de septiembre, donde rezó ante la Virgen y mantuvo encuentros con familias, profesionales y jóvenes de varios países. Más de un millar de estudiantes le contaron experiencias e ilusiones.
Al poco de llegar y saludar a Nuestra Señora, rezó un buen rato ante el Santísimo expuesto en la capilla de la Virgen de Guadalupe, acompañado por muchos jóvenes. Esa tarde tuvo la primera de las tertulias, con amigos y colaboradores de Torreciudad, a los que animó a “dar gracias a Dios por la posibilidad de ayudar”.
Colaborar con Torreciudad
Mons. Fernando Ocáriz manifestó a los empleados del santuario, directivos del Patronato y colaboradores su agradecimiento por “contribuir y colaborar en la labor apostólica que se hace aquí, con el mismo espíritu de alegría y de trabajo que he podido ver en mi reciente viaje a Estados Unidos y Canadá”.
La pregunta de Santiago, arquitecto que formó parte del equipo que trabajó y levantó el santuario, entre 1970 y 1975, también estaba relacionada con el crecimiento de Torreciudad. Santiago dijo que entonces “vio mucho amor de Dios, apuros e ilusión humana”, y recordó que san Josemaría decía que el Señor sería misericordioso con los que hubieran puesto amor en el trabajo de levantar esas obras.
El prelado le recordó con san Josemaría que “la única arma para todo es la oración” y le animó a “transformar el trabajo en oración, ofreciéndolo a Dios”, algo totalmente compatible con la necesaria concentración en su labor. “Y en primerísimo lugar esa oración fundamental que es la Eucaristía, ya que toda la fuerza sale de la Cruz de Cristo, que se hace sacramentalmente presente en la Misa: ahí está la Redención. Es bonito que cada vez que asistimos a la Misa pensemos que ahí se realiza la redención del mundo”.
Mons. Ocáriz dijo que “la redención se está operando constantemente, nosotros mismos que somos tan poca cosa vamos tirando para adelante, no por nuestras fuerzas, sino por la fuerza que nos viene de Jesucristo en la Eucaristía y en la oración. Ahí está todo”.
En estos meses, Torreciudad lleva a cabo una promoción económica para acometer un ambicioso plan de mejoras. Precisamente a eso aludió Jaume, que colabora con la Junta de Gobierno del Patronato. Le contó que tiene la suerte de trabajar para el Santuario y dijo que pedir dinero para nuestra Madre “es una bendición”, y “aunque a veces se pasa mal, siempre vale la pena”. El Prelado le animó a considerar que “al pedir se hace un favor” y que se lo diga con gracia al posible colaborador, porque es verdad.
En el mismo encuentro, varios padres que pasan sus vacaciones en la zona le contaron anécdotas familiares, como Justo, científico, con cuatro generaciones de su familia disfrutando el verano, “bajo el manto de la Virgen de Torreciudad”. José María le refirió cómo su nieta Natalia salió viva de una caída con inmersión en la piscina, y que superó en el hospital tras ser evacuada en helicóptero en medio de la oración suplicante de muchas familias.
Oración por el Papa Francisco y la Iglesia
La primera jornada terminó con una tertulia con un grupo de sacerdotes participantes en una convivencia celebrada en La Solana. El Prelado recordó algunos aspectos de su viaje a Estados Unidos y Canadá, de sus encuentros con muchas familias y con los obispos de las ciudades que visitó. En respuesta a varias anécdotas, animó a “rezar mucho por la Iglesia y por el Papa”, siempre con alegría y esperanza.
D. Victor, párroco en Santiago de Compostela, le contó que acababa de celebrar el 59 aniversario de su ordenación, mientras que D. Isaac le dijo que se había ordenado hace unos meses y le trasladó la petición de oraciones que le hace su amigo Álvaro, que podría ir al seminario. Por su parte, D. Onofre, 28 años, le contó que se ordenó hace dos meses y acababa de tomar posesión de una parroquia. Al final el Prelado recibió arrodillado la bendición de todos los sacerdotes.
Encuentros con jóvenes
Los estudiantes fueron protagonistas en la mañana del viernes 30 y en la tarde del sábado 31 de dos tertulias, en las que participaron más de mil jóvenes. Algunos le plantearon preguntas en relación con la Exhortación apostólica “Christus Vivit” del papa Francisco.
Este documento del Papa es una estupenda guía y, como decía Lucía, estudiante de Odontología en Valladolid, “quisiera leerla y pensar en ella en mi oración, porque creo que puede serme muy útil”. “Pues hazlo”, le recomendó con sencillez Don Fernando.
El Papa Francisco, su persona e intenciones, fueron permanentes en las palabras del prelado, que pidió oraciones por el Papa y el ofrecimiento del trabajo de cada uno por él. Animó también a “ir contracorriente” y a ver la lucha por la santidad como “un don”, no como una lista de exigencias. “Que cada uno veamos dónde está el amor de Dios para mí”, dijo. A José Ignacio, que le preguntó cómo no arrugarse ante lo que cuesta, le respondió con un “vale la pena”: “la generosidad con Dios nos hace felices”.
Mons. Ocáriz destacó que “Dios llama a todos” y que “cada uno ha de ver cómo se concreta ese amor de Dios para él”, buscando con libertad la luz de la llamada, pidiendo también la fuerza para querer, considerando “no dejar inoperante la libertad, que es también capacidad de compromiso”, añadió. “Tú decides ─dijo a Miguel─, estudiante madrileño: tú tienes que decidir, porque Él no se impone. Pide luz y fuerza, aunque siempre hay margen de incertidumbre, pregunta en la oración, pide consejo”.
Ana, colombiana, estudiante de un máster de Psicología en Valencia, preguntó también sobre el discernimiento vocacional: “¿Cómo puedo saber lo que Dios quiere de mí?”. “La Christus Vivit ─ha explicado Don Fernando─ habla mucho del discernimiento. Todos tenemos vocación cristiana pero el Señor no nos lo hace ver de primeras con claridad porque quiere que seamos muy libres para escogerla. El discernimiento consiste en pedir luz para ver y fuerza para querer. El Señor cuenta con que nuestro discernimiento se acabe con un ‘adelante’”.
Amistad sin dar lecciones
Elías, estudiante de segundo de Bachillerato en Alicante, preguntó por la finalidad de la formación cristiana que recibe. El prelado recordó que “la formación busca la identificación con Cristo, no es un autoperfeccionamiento”, e insistió en la importancia de transmitir lo que se recibe: “Hemos de buscar el bien de los demás, interesarnos por ellos”.
Daniele, de Cagliari, pidió consejo para ser fuerte en el testimonio de vida cristiana, y el Padre le animó a ser amigo de verdad, sin dar lecciones, transmitiendo la alegría grande de la experiencia personal y gozosa de la vida con Dios. Algo parecido le dijo a Domi, estudiante de 15 años de Budapest, que le preguntó cómo conseguir que haya en su país más clubes juveniles donde se imparte formación cristiana, como Torony, que él frecuenta: “Depende de vosotros: de que asumáis la formación y la transmitáis; piensa que dependerá de que tú y yo seamos mejores, como decía san Josemaría”.
El interés por las personas que sufren ha estado muy presente. Zoya nació en Homs (Siria) y se graduó allí en Ingeniería de Caminos en plena guerra. Ahora estudia un máster en Barcelona y ha preguntado cómo puede seguir ayudando a su país. Don Fernando le ha animado a no sentirse lejos de Siria porque con su oración y su trabajo puede ayudar directamente a mejorar la situación: “Todos rezamos por vuestro país. Como católicos, tenemos que tener un espíritu universal; no veáis las noticias de otros países o ciudades como algo ajeno. A veces nos falta corazón para sentir con todo el mundo, para sufrir con los que sufren ─Siria, Venezuela, etc.─ y también para alegrarnos con las buenas noticias de todos”.
Relación personal y pantallas
Álvaro, que vive en Barcelona, preguntó sobre el buen uso de internet y las redes sociales, y el prelado le animó a desarrollar toda su potencialidad, tanto para el trabajo como para el descanso, pero “dedicando el tiempo justo” y sin que “las pantallas te alejen del trato con tus amigos”. A la vez le encareció a vivir la prudencia y la fortaleza para vivir la santa pureza en sentido positivo, “ya que la sexualidad es buena, creada por Dios”.
Añadió que “no debemos extrañarnos de las tentaciones, ni desalentarnos ante posibles caídas, porque siempre tenemos el sacramento de la confesión para seguir adelante. La pureza no es negación, es afirmación gozosa; por tanto, adelante”.
Varias intervenciones giraron en torno a la vida interior, a cómo hacer oración, como la de Juanjo, profesor del colegio Retamar, que hizo referencia a la “Christus Vivit”. Don Fernando sugirió meditar el Evangelio, ser un personaje más, “mirar el Crucifijo… escuchar”.
Otro estudiante le preguntó cómo vivir el silencio, entre tanta presencia de Spotify o Netflix. Mons. Ocáriz resaltó la necesidad del “silencio interior”, “de estar callado ante el sagrario, mirando y contemplando el crucifijo, pensando que está ahí para mí”. A Javier, del Puerto de Santa María, le dijo que “la oración es siempre eficaz y dará fruto, aunque no veamos el resultado. Pide más fe y recuerda a la Virgen, que pasó momentos de claroscuro, de no entender, de angustia”.
Concierto de órgano en Torreciudad
El prelado recibió a varias familias, con bastantes niños, con las que compartió sus ilusiones y retos, saludando a cada uno, con el recuerdo de una foto y el obsequio de un rosario y unas golosinas. También estuvo con D. Yago, sacerdote que trabaja en Lituania, y con su madre.
También asistió al concierto de órgano que cada viernes de agosto se celebra en el santuario, y se reunió con distintos grupos de profesionales que pasan unos días de convivencia en Torreciudad. Dedicó especial atención a los equipos que viven allí y trabajan directamente en la gestión diaria, a los que les habló sobre la trascendencia de su labor. El rector del Santuario, D. Pedro Díez Antoñanzas, y otros sacerdotes y trabajadores, le contaron muchas anécdotas con los visitantes y le enseñaron las mejoras que se han introducido desde la última visita, hace un año.
Fuente: opusdei.org.
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://lacrestadelaola2028.blogspot.com
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