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martes, 30 de octubre de 2012

Los padres mantienen la objeción de conciencia a Educación para la Ciudadanía, una herramienta de ideologización que sigue vigente

   «Nosotros tenemos a nuestro hijo mayor en un colegio en Madrid, un colegio concertado católico, cursando 5º de Primaria. Teníamos claro desde que el gobierno anterior impuso esta asignatura que no queríamos que la cursara. 

   Llegada la hora de enfrentarnos a esta espinosa cuestión, lo primero que hemos hecho ha sido pedir una reunión con el director de ciclo para ver qué opciones nos daban en caso de querer objetar. 

   Salimos de la reunión sabiendo que nuestro hijo se quedaría fuera de clase, en otra clase o en el despacho del jefe de estudios durante esa hora, y que le suspenderían en esa asignatura. Nuestro hijo ha tenido la media del 10 el curso anterior, por lo tanto esto significa que su expediente se verá afectado».

   Este es el relato de Paola Raneri, una madre que, con su marido, Joaquín Albi, ha decidido objetar a Educación para la Ciudadanía (EpC), la asignatura que impuso Zapatero y que el PP, de momento, ha mantenido prácticamente igual. 


    Paola reconoce que en el colegio les dejaron claro que se veían obligados a impartir esta materia escolar, con la que el propio centro está completamente en desacuerdo por sus contenidos adoctrinadores y se siente orgullosa de su hijo, de 10 años, al que le han consultado para tomar la decisión de objetar y que ha accedido a ello a pesar de ser el único niño de su curso que sale de clase cuando toca EpC.
En Burgos, María Sierra, madre de familia numerosa, asegura que solo en Castilla y León hay cientos de objetores a EpC, niños que se salen de clase cuando toca impartir esta materia pero ni la Administración ni los colegios quieren reconocerlo para evitarse problemas. «Los objetores sufrimos todo tipo de discriminación, a los chicos les baja la media por el suspenso en EpC y más de uno se ha quedado sin beca por objetar a EpC porque automáticamente implica el suspenso».

    Y añade Paola: «Sinceramente espero que para cuando llegue a 3º de la E.S.O, cuando a nuestro hijo le tocaría otra vez recibir Educación para la Ciudadanía, el Gobierno haya eliminado ya esta asignatura. No nos basta con que la maquillen. Como padres no admitimos que nadie, salvo nosotros, decida qué educación quiere darle a su hijo, en temas tan trascendentales como la afectividad, la justicia, la ética del trabajo. Le llevamos a un colegio del que compartimos los valores y al que pedimos que colaboren, que nos ayuden a educarle en la verdad, no nos podemos permitir que con una asignatura introduzcan puntos de vista y criterios que no compartimos, y lo más esquizofrénico es que le evalúen sobre eso como lo hacen con conocimiento del medio, donde todos, incluso el niño, damos por descontado que las teorías que se exponen son ciertas. Son ciencia. Pues en la moral no hay ciencia, hay criterios, y el nuestro es el que vale, no el de los autores de libros de ingeniería social que se distribuyen en España»,

   Este matrimonio no espera que la asignatura cambie a corto plazo, con este Gobierno, aunque «confía en que algún día se retire esta peligrosa herramienta de ideologización que tanto daño ha hecho a nuestros niños a lo largo de estos años». «Me gustaría poder contarle mi caso al Ministro y que los miles de padres objetores le pudieran contar lo que siguen padeciendo únicamente por defender sus derechos constitucionales», concluye María Sierra.

    Mientras tanto, el Ministerio de Educación sigue recogiendo aportaciones para mejorar el Anteproyecto de la Ley de Mejora de la Calidad Educativa. Jaime Urcelay, presidente de Profesionales por la Ética, espera que el Gobierno articule alguna fórmula para compensar las represalias académicas sufridas en los últimos 5 años por los objetores a EpC. «Se la han jugado, y lo siguen haciendo, por la libertad y los derechos de todos. Qué menos que se les reconozca», concluye Urcelay.
En la imagen, la familia Albi-Raneri, padres objetores a EpC de Madrid.

PROFESIONALES POR LA ÉTICA

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