El 25 de mayo es el día de África. Reproduzco una entrevista a Roselyn Warau, de Kenya, que lidera un proyecto esperanzador para que los universitarios africanos ayuden a los jóvenes de los barrios más pobres a hacer sus sueños realidad.
Roselyn Warau lidera el programa "Machao" para combatir la pobreza en Kenya
Roselyn Warau asistió hace unos días a un congreso en Barcelona para explicar el programa Machao creado para combatir la pobreza y el hambre en Kenya. Cuenta que donde la pobreza limita soñar, un grupo de universitarios comprometidos puede conseguir que los sueños sean realidad.
Podría ganar mucho dinero, pero dedica su tiempo a los pobres. ¿Vale la pena?
Prefiero dar mi tiempo a los demás, porque cuando estás con otra gente y les ayudas a cubrir las necesidades básicas y cumplir sueños, esto te llena. Les das un sentimiento de esperanza, que es el mejor sentimiento que uno puede tener. Lo que me hace levantar y caminar cada día es mejorar la vida de alguien.
Podría ganar mucho dinero, pero dedica su tiempo a los pobres. ¿Vale la pena?
Prefiero dar mi tiempo a los demás, porque cuando estás con otra gente y les ayudas a cubrir las necesidades básicas y cumplir sueños, esto te llena. Les das un sentimiento de esperanza, que es el mejor sentimiento que uno puede tener. Lo que me hace levantar y caminar cada día es mejorar la vida de alguien.
¿Cuáles son los principales problemas de África?
En Kenya, y también en el resto de África, el problema del hambre y la falta de educación son graves. La barriada de Kibera es la mayor de Kenya y una de las más grandes de África. Los jóvenes tienen más problemas de los que pueden afrontar. Sufren acoso, desnutrición, insalubridad y no cuentan con buenas instalaciones ni buenos hospitales. Nadie les motiva para creer, para soñar, para conseguir terminar la escuela y salir del ciclo de la pobreza.
¿Por qué Dios permite esto?
En un día memorable, durante la Jornada Mundial de la Juventud, le hice esta pregunta al Papa: ¿Qué pueden decir los universitarios a los más pobres? Le miré, y entonces descubrí lo que me quería decir. Cada día es un descubrimiento de lo que el Papa me respondió. Si intentas ser Cristo para los de alrededor, si les ayudas y les comprendes, les dejarás de ver pequeños u olvidados de Dios. Esto es lo que explico a los universitarios, que Dios tiene un plan para ellos.
¿Y cuál es ese plan?
Primero les pregunto qué le reprochan a Dios. Los estudiantes universitarios me miran con sorpresa, porque ellos están sanos, son listos, tienen lo que necesitan. Entonces les respondo que Dios se apoya en ellos para ayudar y cuidar a los más necesitados, para dar testimonio. Cuando cuando ven que hay gente que los ama, ven que Dios los ama.
¿Con dinero no es suficiente?
He venido a la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) a participar en el congreso Global University Network for Innovation (GUNI). Hemos debatido sobre el conocimiento como factor transformador de la sociedad. Me he dado cuenta de que no haremos nada si intentamos trabajar de manera individual en vez de hacerlo conjuntamente. Está muy bien que los países desarrollados quieran ayudar a los subdesarrollados, pero a veces con dinero no es suficiente. Es importante que quien ayuda entienda a la comunidad a la que está ayudando, que camine con esa comunidad y entienda las diferencias culturales. La comunidad ayudada necesita compartir sus progresos, ver que quienes los ayudan están a su lado. De esta manera sí que se conseguirá un cambio social.
África necesita ayuda exterior para combatir la complejidad que rodea la extrema pobreza. La pobreza no sólo es la falta de dinero, son muchas cosas que te impiden hacer lo que tú quieres hacer. Los que vivimos en África entendemos el desafío que conlleva la pobreza porque vivimos esta situación, pero quisiéramos que los países desarrollados sean conscientes de los problemas que África tiene para que nos puedan ayudar a repartir los recursos del mundo de una manera más equilibrada.
Ahora aquí vamos cortos de dinero.
He visitado diferentes países. He estado en España dos veces. Cuando pido cacao en polvo, no lo uso todo: me pongo una o dos cucharadas y el resto se tira. Cuando desayuno, uso la mitad de la mantequilla, de la mermelada y del queso: el resto se lanza a la basura. Aquí esto pasa en todas partes. Y mucha gente tiene mucha ropa, cambia su vestuario cada temporada. Hay tanto despilfarro en el armario de los países desarrollados... Este dinero se podría utilizar para otras cosas, no necesariamente para ayudar a África, porque entiendo que todo el mundo tiene sus problemas. Cuando usas tus recursos naturales malgastándolos de esta manera, es cuando aparece la crisis económica. Por mucho dinero que gastes, eso no te hará más feliz. Cuando hay desempleo, falta de esperanza, infelicidad y se usan estos bienes para cosas superfluas, se está olvidando que estos bienes se podrían compartir con otras personas como las de Kenya o África en general.
¿Qué papel tiene la Iglesia, en Kenia, en la lucha contra el hambre?
La Iglesia Católica moviliza personas de buena voluntad, no sólo católicos, para combatir la crisis y el hambre. En Lodwar visité un proyecto que depende del obispo de una zona semiárida, donde no pueden cultivar las tierras. La Iglesia no sólo da de comer, sino que les enseña cómo cultivar, cómo hacer para que el cultivo no se dañe por las duras condiciones de la zona, cómo construir invernaderos y almacenar la comida... Y estos hombres y mujeres, después de aprender cómo hacerlo, lo enseñan a otros. De esta manera, pueden dejar de desplazarse, asentarse en sus hogares, empezar a hacer negocios, comprar fertilizantes y mejorar sus condiciones de vida.
¿Cómo se combate esto desde la universidad?
La Universidad Strathmore anima a sus estudiantes a hacer servicios comunitarios con la gente de los alrededores. Los que quieren seguir ayudando, eligen el tipo de proyecto después de visitar la comunidad. Ven escuelas sin libros ni aulas, y se comprometen a trabajar para construirlas y mantenerlas buscando dinero donde sea. Hablamos de la barriada de Kiberia, donde se llega caminando durante cincuenta minutos desde la universidad, atravesando zonas salvajes y algo peligrosas. El programa se llama Machao, que significa “amanecer” en swahili. Los estudiantes se convierten en tutores y mentores de los jóvenes que viven en una zona con mucho crímenes, contaminación, sida. Los mismos universitarios se encargan de buscar los recursos. Deben alcanzar los 12.000 euros necesarios para pagar los cuatro años de universidad. También procuran que puedan comer al menos una vez al día y les enseñan las materias básicas que les permitirán conseguir mejores notas para acceder a la universidad.
¿Funciona?Algunos de los primeros chicos del programa han terminado los estudios y tienen trabajo. Ahora pienso en uno que lo primero que hizo, en cuanto pudo, fue sacar a su madre de la barriada y hacer que su hermana comenzara a estudiar. Actualmente es un mentor del programa para ayudar a otros estudiantes para que tengan esperanza y crean en sus sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario