La propuesta partió de Young, presidente ejecutivo de Digital
Broadcasting Group, un convencido del futuro de Internet y de su
capacidad para generar negocio. Sutherland no estaba muy seguro de cómo
hacer drama por entregas de seis minutos, pero no cejó hasta dar con una
idea, sencilla pero brillante.
Bastarían el exiguo espacio de un confesonario, dos buenos actores –John Hurt y el propio Sutherland, que tras 24 hacía tiempo para la segunda temporada de Touch–, en los papeles de sacerdote y penitente. Y una historia poderosa, equilibrada aunque recurriese a ese rebuscamiento en los conflictos que está a la orden del día en buena parte de las series contemporáneas. Los productores recurrieron al guionista Brad Mirman, que además de escribir se haría cargo de la dirección.
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ACEPRENSA
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