Con motivo de la celebración del Año de la Fe, el XXIV Simposio de Historia de la Iglesia en España y América, que tuvo lugar el 13 de mayo en Sevilla, ha rememorado las enseñanzas del Concilio Vaticano II, cuando se cumplen 50 años de su apertura. El Cardenal Herranz subrayó la vigencia del Vaticano II.
Un nutrido grupo de personas asistió un año más a esta actividad, que
tuvo lugar en el salón de actos del Centro Cultural Cajasol, en Sevilla.
Abrió el acto José María Prieto Soler, Presidente de la Academia de
Historia Eclesiástica y organizador del Simposio, quien destacó la
vigencia de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, afirmado que el
cuerpo doctrinal del Concilio “es una incitación perenne, abierta a la
vida de cada cristiano”.
Johannes Grohe, profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma), subrayó el carácter ecuménico del concilio, reivindicando así su carácter universal y trascendente, y la llamada implícita que, con ese carácter ecuménico, tenía también para todos los cristianos no católicos. Recordó cuáles son las características de un Concilio ecuménico a través de un rápido paseo por la Historia de la Iglesia.
De izquierda a derecha: D. Luis
Gaisse, Secretario General de la Academia de Historia Eclesiástica; José
María Prieto, Presidente de la Academia de Historia Eclesiástica; D.
Juan Vera, Vicario de la Delegación del Opus Dei en Sevilla; Mons. D.
Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla; Cardenal Herranz; Antonio
Pulido, Presidente de Cajasol; Prof. Johannes Grohe y Prof. Gabriel
Richi.
Luego llegó el turno para Gabriel Richi, Profesor de la Universidad
Eclesiástica de San Dámaso, de Madrid, con una ponencia titulada
“Aportaciones del Cardenal José María Bueno Monreal al esquema de la
constitución apostólica De Ecclesia”. El recuerdo de quien fuera
Arzobispo de Sevilla llenó su ponencia, donde puso de relieve la figura
del purpurado, a través de sus intervenciones orales en el Concilio, que
contribuyeron a revalorizar la misión de los laicos en la Iglesia.
Gracias a sus aportaciones, se terminaron las definiciones negativas del
laicado, lo que en su momento fue celebrado por la prensa como “la hora
de los laicos”.
El papel del Concilio en la reforma de las leyes de la Iglesia
Por último, el Cardenal Julián Herranz, Presidente Emérito del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, disertó sobre “El Concilio Vaticano II y la Reforma de la legislación de la Iglesia”. Su discurso estuvo fundamentado en dos pilares: uno de carácter científico, basado en el Derecho; y otro de carácter histórico, basado en la rica producción magisterial del propio concilio.
Herranz destacó que la finalidad de esta reforma legislativa, cuyos orígenes se remontan al Concilio Vaticano II, se fraguó en vistas a un mayor espíritu de servicio de la propia Iglesia hacia sus fieles, que deben ser los protagonistas del Derecho. Recordó que toda persona, desde que es bautizada, se hace titular de unos derechos y deberes, encaminados a desplegar su vocación a la santidad.
El papel del Concilio en la reforma de las leyes de la Iglesia
Por último, el Cardenal Julián Herranz, Presidente Emérito del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, disertó sobre “El Concilio Vaticano II y la Reforma de la legislación de la Iglesia”. Su discurso estuvo fundamentado en dos pilares: uno de carácter científico, basado en el Derecho; y otro de carácter histórico, basado en la rica producción magisterial del propio concilio.
Herranz destacó que la finalidad de esta reforma legislativa, cuyos orígenes se remontan al Concilio Vaticano II, se fraguó en vistas a un mayor espíritu de servicio de la propia Iglesia hacia sus fieles, que deben ser los protagonistas del Derecho. Recordó que toda persona, desde que es bautizada, se hace titular de unos derechos y deberes, encaminados a desplegar su vocación a la santidad.
El Cardenal Herranz, momentos
antes de su intervención, presentado por Mons. D. Juan José Asenjo,
Arzobispo de Sevilla, que le dio la bienvenida y agradeció su presencia.
En palabras del purpurado: “Aún hemos de conocer y vivir mejor las
enseñanzas del Vaticano II; aún podemos encarnar mejor toda su riqueza
doctrinal en la vida de la Iglesia. La sabiduría del Vaticano II fue un
regalo de Dios, como lo han sido los Papas que se han sucedido desde
entonces interpretando y difundiendo fielmente aquellas enseñanzas, que
además siguen plenamente vigentes”.
Entre sus múltiples recuerdos, salpicados de buen humor, destacó la figura histórica del Venerable D. Álvaro del Portillo, por su enorme contribución a las tareas preparatorias, de desarrollo y posterior aplicación de los textos conciliares. Animó a los presentes a profundizar en su conocida obra “Fieles y laicos en la Iglesia”.
Entre sus múltiples recuerdos, salpicados de buen humor, destacó la figura histórica del Venerable D. Álvaro del Portillo, por su enorme contribución a las tareas preparatorias, de desarrollo y posterior aplicación de los textos conciliares. Animó a los presentes a profundizar en su conocida obra “Fieles y laicos en la Iglesia”.
Público asistente al XXIV Simposio de Historia de la Iglesia en España y América.
Preguntado sobre las expectativas reales de cambios en la Iglesia a raíz
de los gestos del Papa, que apuntan a una renovación, contestó: “Pienso
que no se trata de hablar sólo y siempre de cambios; precisamente en
las enseñanzas del Concilio Vaticano II tenemos un cuerpo doctrinal
riquísimo y renovado, al que todos los Papas se vienen refiriendo
justamente como fuentes de renovación en la continuidad. En todo caso,
la principal renovación y cambio ha de comenzar en el corazón de cada
uno de nosotros”.
La recepción de las enseñanzas del Vaticano II
En la Clausura del Simposio, el Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo disertó sobre la recepción fiel de las enseñanzas del Concilio, que calificó como “potencial no suficientemente explotado”, e invitó a volver sobre los textos conciliares para reconocer y aprovechar su valor y esplendor.
La recepción de las enseñanzas del Vaticano II
En la Clausura del Simposio, el Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo disertó sobre la recepción fiel de las enseñanzas del Concilio, que calificó como “potencial no suficientemente explotado”, e invitó a volver sobre los textos conciliares para reconocer y aprovechar su valor y esplendor.
José María Prieto, Presidente de la Academia de Historia Eclesiástica, departiendo con el Cardenal Herranz durante el Simposio.
Asimismo, Mons. Asenjo anunció que la edición del próximo año 2014 del
XXV Simposio de Historia de la Iglesia en España y América versará sobre
la Nueva Evangelización, en la que destacarán ponencias sobre la tarea
apostólica de San Juan de Ávila en tierras españolas y de San Francisco
Solano en tierras latinoamericanas.
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