Dirección y guion: Rafael Gordon. País:
España. Año: 2012. Duración: 82 min. Género: Drama. Interpretación:
Miguel Torres (Benito Mussolini), Julia Quintana (Claretta Petacci).
Producción: Rafael Gordon. Música: Jorge Magaz. Fotografía: Gaizca
Bourgeaud. Montaje: Julia Juániz. Dirección artística: Cayetano
Cabanyes. Distribuidora: Pirámide Films. Estreno en España: 10 Mayo
2013.
Os recomiendo esta película.
Dongo, norte de Italia, 27 de abril de 1945. Encarcelados en el ayuntamiento del pueblo, el dictador Benito Mussolini (Miguel Torres) y su amante Claretta Petacci (Julia Quintana) pasan juntos sus últimas horas antes de ser fusilados, colgados y masacrados. Dignos de haber sido creados por Shakespeare, estos trágicos seres humanos están a punto de convertirse en un macabro cuadro de Francis Bacon. Ella habla muy poco; sobre todo escucha a Benito, el hombre, repasar su vida y analizar su obra y su pensamiento con su alter ego, el Duce, cruelmente reflejado en un espejo deformante que preside la lúgubre habitación. La lúcida enajenación final del creador del fascismo —ésa que “sólo llega cuando es la propia sangre la martirizada”— obliga al espectador a librar su propia batalla ante este ser humano, un fanático populista, que engendró a Hitler y fascinó al mundo durante 23 años, dejando una estela de cincuenta millones de muertos.
Dongo, norte de Italia, 27 de abril de 1945. Encarcelados en el ayuntamiento del pueblo, el dictador Benito Mussolini (Miguel Torres) y su amante Claretta Petacci (Julia Quintana) pasan juntos sus últimas horas antes de ser fusilados, colgados y masacrados. Dignos de haber sido creados por Shakespeare, estos trágicos seres humanos están a punto de convertirse en un macabro cuadro de Francis Bacon. Ella habla muy poco; sobre todo escucha a Benito, el hombre, repasar su vida y analizar su obra y su pensamiento con su alter ego, el Duce, cruelmente reflejado en un espejo deformante que preside la lúgubre habitación. La lúcida enajenación final del creador del fascismo —ésa que “sólo llega cuando es la propia sangre la martirizada”— obliga al espectador a librar su propia batalla ante este ser humano, un fanático populista, que engendró a Hitler y fascinó al mundo durante 23 años, dejando una estela de cincuenta millones de muertos.
Estas son las poderosas líneas de fuerza de “Mussolini va a morir”, singular película de Rafael Gordon, basada en su propia obra de teatro. En ella, el veterano dramaturgo y cineasta madrileño recupera los numerosos recursos narrativos que desplegó en el monólogo “La Reina Isabel en persona” y en la entrevista “Teresa, Teresa”, y los completa con sugerentes insertos visuales abstractos, que ya probó con éxito en “La mirada de Ouka Leele”, nominada al Goya 2010 al mejor largometraje documental. Así, apoyándose en una planificación muy variada, una esmerada fotografía de Gaizca Bourgeaud y una sugerente banda sonora de Jorge Magaz, Gordon suaviza notablemente la innata teatralidad de dos personajes en un escenario único y con unidad de tiempo y acción, y exprime visualmente la excelente interpretación de Miguel Torres, reforzada en todo momento por la presencia de Julia Quintana, muy poderosa en su patetismo.
Este desarrollo audiovisual, minimalista pero muy elaborado, adquiere entidad gracias a un guión de notable calidad literaria y, sobre todo, de gran hondura dramática y moral. Destacan especialmente sus jugosas reflexiones sobre el carácter populista de la mayor parte de las tiranías —“Si no quieres ser yunque, debes ser martillo”, afirma Mussolini en el filme— y sobre la manipulación de la masa —que “no tiene alma” y “no necesita comprender, sino sólo creer”— por los periodistas, intelectuales y poetas al servicio del poder, “cuyo oficio es convertir una mentira en una verdad irrefutable”. Además, subraya acertadamente las comunes raíces paganas, ateas y anticristianas del fascismo, el nazismo y el comunismo, tres ideologías profundamente deshumanizadoras y mucho más cercanas entre sí de los que muchos creen. Hasta se atreve a afirmar que el capitalismo salvaje es el “fascismo perfecto, pues convierte al proletario en un consumista compulsivo”.
“Mussolini —ha señalado el propio Rafael Gordon— fue un joven idealista al comienzo del siglo veinte, pero degeneró en un fanático genocida. La naturaleza humana no cambia en milenios; la mujer y el hombre de hoy están unidos en el tiempo con Mussolini, Hitler y Stalin. No debemos confiarnos en que el fascismo es sólo imperialismo y dictadura: Ceaucescu, Sadam, Gadafi... El fascismo eterno es control y sometimiento del pueblo al pensamiento único. Estado tutelar, producción salvaje y masa consumista es fascismo latente. Los jóvenes de hoy lo viven en su angustioso nihilismo. Vivimos un presente donde el ciudadano se ve obligado a desfilar en el funeral del humanismo. Nacemos para ser ciudadanos de una “Metrópolis” regida por los hombrecitos de la regla de cálculo. Dos docenas de Mussolinis light dictan la ley de la supervivencia. “Mussolini va a morir” no refleja la imagen de un símbolo, o de un monstruo; nos habla del pequeño Mussolini que todo humano lleva dentro. Conocer nuestro instinto cainita y primitivo es el propósito de la película”. Sugestivas palabras que vienen a confirmar que, tras el cierto desconcierto que mostró en la demasiado compleja “Bellos suicidios”, Rafael Gordon ha vuelto a arriesgar y a acertar.(Cope J. J. M.)
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