Los últimos datos de desempleo en España son estremecedores. En el marco de la UE
sólo nos supera Grecia mientras Portugal presenta una tasa más
favorable. A estas alturas de legislatura ni el propio Gobierno se
atreve a vaticinar cuando saldremos del agujero; naturalmente, la
oposición tampoco presenta alternativas claras y creíbles. Ni unos ni
otros tienen visión de bien común y parecen más preocupados por su
supervivencia y la de las gruesas administraciones que de la situación
de España.
De ahí que sean las personas y las iniciativas sociales las que hayan
dado un paso al frente para resolver los problemas propios y ajenos. Un
repaso a algunas de ellas nos permite esbozar un diagnóstico y algunas
terapias para atajar la crisis:
1. La mitad de los parados vive de las ayudas de familiares y amigos. Los parientes de toda la vida y la red de relaciones sociales constituyen un colchón
o al menos un paraguas contra la crisis. El problema se agrava cuando
llevamos décadas ensalzando la cultura que elude compromisos estables y
aplaude el éxito individual por encima de todo.
2. La denostada y «caduca» Iglesia Católica ha logrado colocar a 13. 318 personas en 2012 gracias a una de sus instituciones.
Caritas es inseparable de la vida de la Iglesia y depende nada menos
que de los obispos diocesanos; las parroquias se han convertido en un
lugar imprescindible de paso para los pobres, desempleados, abandonados…
3. El sistema educativo español de los últimos 25 años ha resultado
ser un fracaso. Se nos vendió que la LODE, la LOGSE y la LOE eran leyes
para forjar «la generación más preparada de la historia de España» y
ahora resulta que un 60% de los desempleados menores de 25 años no tiene la ESO.
¿Dónde pensaba que se refugiaba el abandono escolar que afecta a un
tercio de nuestros estudiantes? Y todavía algunos niegan la necesidad
urgente de una reforma educativa que solo podrá hacerse desde la
iniciativa social, con más libertad y más calidad. Los defensores de la
escuela pública le han dado la puntilla.
4. Visto lo visto, numerosos españoles han decidido emigrar al no ver claro su futuro en nuestro país. Alemania o las Américas
vuelven a ser el destino de nuestros compatriotas, cuyas remesas
ayudarán (como sucedió en los años sesenta) a recuperar la economía. No
han esperado a que el Estado o las administraciones les resuelvan el
problema (que no lo van a hacer). Han optado por buscarse la vida, lo
cual no deja de ser un drama pero es mejor a estar esperando.
5. La otra vía de recuperación económica vendrá necesariamente por el autoempleo y lo que ahora se llama emprendimiento.
Es decir, la pequeña empresa, el autónomo, el que genera su propio
trabajo para subsistir e incluso, con evidente riesgo, dar trabajo a
otros. En España la figura del empresario ha sido hasta ahora una
excepción, un ejemplar generalmente denostado por una sociedad y una
opinión pública amante del Estado y sus subsidios. Pero sin empresarios
no hay empresa ni empleo. Únicamente con una política de incentivos
fiscales y laborales para emprendedores se podrá generar negocio.
Y por supuesto, de la sociedad depende cambiar a los políticos o
generar nuevos liderazgos que hagan realidad alternativas reales de bien
común para el siglo XXI.
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