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jueves, 13 de junio de 2013

“Hannah Arendt fue una Antígona hebrea”

  
“Para mí, lo esencial es comprender”. La vida y obra de Hannah Arendt podría resumirse en estas palabras suyas. Judía de raza, alemana de nacimiento y formación, exiliada, apátrida, rechazada por ser judía y criticada por los judíos, filósofa –aunque ella negara esta etiqueta– y periodista.

   En 2013 se cumplen 50 años de la publicación de Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal, libro que recogía sus reportajes para The New Yorker cubriendo el juicio a Adolf Eichmann, el nazi responsable de poner en práctica la “solución final”. Y es precisamente este episodio en el que se centra la película Hannah Arendt, que se estrena el 21 de junio en España (ver Aceprensa, 15-05-2013).


Arendt (1906-1975) es “una de las mentes más lúcidas del siglo XX”, afirma Teresa Gutiérrez de Cabiedes, autora de El hechizo de la comprensión. Vida y obra de Hannah Arendt, la primera biografía en español sobre esta pensadora (ver Aceprensa, 21-04-2010).

El hilo argumental de la película Hannah Arendt es el caso del juicio a Eichmann en Jerusalén en 1961. Alejandro Llano, en la introducción de su libro, señala que este episodio es el clímax de la biografía de Arendt. ¿Qué piensa usted?

— El juicio de Eichmann es un suceso que acrisola la vida de Hannah Arendt. Ella llevaba mucho tiempo pensando y escribiendo sobre la cuestión judía. Había nacido en Alemania, pero era judía de raza, y por ese “hecho incontrovertible”, como ella lo llamaba, había tenido que huir primero de su país, luego de Francia, hasta llegar a Estados Unidos y empezar su vida de cero.

Además, creo que Arendt es una de las mentes más lúcidas del siglo XX y más preparadas para enfrentarse al juicio de Eichmann. Enfrentarse a entender qué pudo pasar para que en uno de los países más civilizados de la historia, en uno de los momentos de apogeo de su cultura, se cometiera una atrocidad así. Intentar comprender eso es un desafío, pero por su formación cultural, literaria y filosófica, era una de las personas más idóneas para ello. También por su capacidad de divulgar. Poseía una originalidad muy grande a la hora de afrontar las cuestiones intelectuales, porque huía del tópico y eso aportaba mucha frescura a su modo de entender las cosas.

En el juicio de Eichmann se dio una tensión entre la identidad judía de Arendt y su honradez intelectual

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