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lunes, 21 de abril de 2014

El Papa pide a Jesús Resucitado que cesen todas las calamidades que azotan la tierra

   
   Ayer tuvo lugar la celebración de la Misa del Domingo de Pascua en el Vaticano, presidida por el Papa Francisco a la que han asistido una multitud innumerable de fieles para celebrar la Resurrección del Señor. A las 12.00 del mediodía el escenario cambiaba el Templo por la Plaza de San Pedro en la que multitud de peregrinos han asistido a la Bendición Urbi et Orbi.

   Durante la Misa se ha proclamado el Evangelio en latín y en griego ya que este año Oriente y Occidente celebran en la misma fecha, o sea hoy, la Solemnidad de la Pascua. También se ha proclamado el Credo de forma conjunta.Al final de la Santa Misa también se ha cantado el regina Coeli, Plegaria Mariana propia del Tiempo Pascual que sustituye al Ángelus.


   Tras la Misa a las 12 en punto el Papa asomaba a la Plaza de San Pedro para pronunciar su Mensaje de Pascua e impartir la Bendición Urbi et Orbi, que conlleva Indulgencia Plenaria que supone la remisión de los epcados para lo cual hay que comulgar y confesarse en estos días, rezar por las intenciones del Romano Pontífice y vivr especialmente la práctica de las obras de misericordia con gestos concretos.

Texto completo del Mensaje del Papa

«Christus surrexit, venite et videte!».
Queridos hermanos y hermanas, Feliz Pascua.
El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo el mundo: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado... Vengan a ver el lugar donde estaba » (Mt 28,5-6).
Ésta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.

Por esto decimos a todos: «Vengan a ver». En toda situación humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino un testimonio de amor gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario, permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido... « Vengan a ver»: El amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto.

Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.

Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos un Padre y no nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte. 
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono. 
Haz que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema pobreza.

Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.

Conforta a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces, profesar libremente su fe.

Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad pequeña o grande, antigua o reciente.

Te suplicamos por la amada Siria: que cuantos sufren las consecuencias del conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo.

Jesús glorioso te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos.

Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.

Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna.

Que por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que siguen el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País.

¡Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido a la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz!.

«Christus surrexit, venite et videte!». ¡Feliz Pascua!


cope / romereports

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