En la Nochebuena, Mons. Javier Echevarría ha hablado de tratar al Niño Jesús, de buscar su compañía, de desear la santidad
«Nos
está llamando. Nos está necesitando. Y también, como decía nuestro
Padre, nos está tendiendo sus bracitos porque quiere que le sostengamos,
que le llevemos por todos los sitios, que le anunciemos con todo lo que
nos ocupe.
Seamos
más generosos y detengámonos en este gran misterio para adentrarnos en
la gruta y, con nuestra pobre vida, darle calor.
Yo
os sugiero que os acerquéis muchas veces a lo largo del día al belén. Y
que le miréis a Él, que le miréis más. También para descubrir lo que en
nuestras vidas no se acomoda a esa santidad que ha venido a traernos. Y
que miréis también a María y a José. Pedid a los dos que de verdad
calen en nuestras almas las ansias de delicadeza, de convertirnos. Ellos
dos no necesitaban conversión, pero se daban cuenta de la distancia que
había entre un Dios que se ponía en sus manos y ellos. Y por eso
luchaban, y luchaban y luchaban, con la plenitud de la gracia y san José
asistido por el Espíritu Santo, para estar a tono con la misión que
tenían.
Tenemos
una misión en la Iglesia: una misión de saber llevar a la gente la idea
clara de que tienen que santificarse allí donde se encuentran. Y yo te
pregunto y me pregunto, hijo mío: ¿Nos santificamos todos los días?
¿ponemos empeño por santificarnos? ¿qué realidades de presencia de Dios,
de desagravio, de amor, de fe −en este Año de la Fe−...?
Pensémoslo
bien. Y demos esa vuelta que sea necesaria para agarrarnos con más
fuerza a este Niño Dios que en su debilidad es la fortaleza, que en su
situación de criatura inerme es el que atrae, el que da toda la solidez a
la labor y que nos ha puesto a nosotros como continuadores. Vamos a
llenarnos de alegría, hijos míos...»
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