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jueves, 20 de noviembre de 2014

Francisco explica que no hace falta ser obispo, sacerdote o religioso para ser santo

   El Papa recorrió la plaza a bordo del papamóvil y bendijo a muchos niños. La más elegante de todas fue esta bebé que se vistió de gala para la ocasión. 

   En su catequesis, Francisco reflexionó sobre qué es ser santo. Dijo que no consiste en hacer cosas extraordinarias y que no es una conquista, sino un regalo de Dios. 



PAPA FRANCISCO
"Alguno piensa que la santidad es cerrar los ojos y poner caras de estampita. No, eso no es ser santo. La santidad es algo mucho más grande y profundo que nos regala Dios. Es más, justo viviendo con amor y dando testimonio cristiano en las ocupaciones de cada día es como estamos llamados a ser santos. Y cada uno en su propio estado de vida”. 

El Papa explicó que la santidad no es sólo para quienes pueden abandonar las tareas cotidianas para rezar y hacer obras de caridad. Dijo que las personas casadas se hacen santas amando y cuidando a la esposa o al marido, trabajando con honestidad y dedicación y dando su tiempo al servicio de los demás. 

PAPA FRANCISCO
"Pero padre, si yo trabajo en una fábrica, o soy contable y estoy entre números... ahí no se puede ser santo. ¡Sí, sí! ¡Se puede! Ahí donde trabajas puedes hacerte santo, ahí Dios te da la gracia para hacerte santo, Dios se comunica contigo. Siempre, en cualquier lugar podemos santificarnos, o sea, abrirnos a esta gracia que actúa dentro de nosotros y nos lleva a la santidad”.

El Papa ve la santidad como una llamada a la que se responde con pequeños pasos para convertir la propia vida en un regalo alegre al servicio de los demás. 

PAPA FRANCISCO
"Una señora va al mercado a hacer la compra, encuentra a una vecina, hablan y empiezan los cotilleos. Y esta señora dice: "No, no, yo no hablaré mal de nadie”. Y esto es un paso hacia la santidad, esto te ayuda a hacerte más santo. Luego en casa, tu hijo quiere hablarte de sus cosas, de sus fantasías: "Oh, estoy muy cansado, he tenido mucho trabajo”. Pero tú siéntate y escúchalo, que lo necesita.  Y te sientas y lo escuchas con paciencia: esto es un paso hacia la santidad”. "Y cada paso hacia la santidad nos hará mejores personas, libres del egoísmo y del estar encerrados en nosotros mismos, y abiertos a los hermanos y a sus necesidades”. 

En su discurso el Papa recordó también a todas las comunidades de religiosos y religiosas de clausura. Dijo que hay que dar las gracias a Dios por ellas e invitó a los católicos a ayudarles para que no les falte nada, ni espiritual ni materialmente.

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