Un comentario sobre los titulares de buena parte de la prensa española tratando el asunto del crucifijo del señor diputado Juan Cotino, jurando como nuevo presidente de Les Corts valencianas
El señor Cotino, nuevo presidente de las Cortes Valencianas, ha llevado un pequeño crucifijo de madera que tenía en su despacho, para jurar su cargo. Y buena parte de la prensa ha montado una curiosa (mejor, sesgada) escandalera a propósito del asunto. El crucifijo es realmente pequeño y la escandalera es ridículamente grande.
La escandalera se ha presentado sobre todo, como es de imaginar, en los medios habituales, calificados por no se sabe bien quién para dictaminar lo que tienen que hacer o dejar de hacer los demás. No hace falta señalar directamente a Público o al —en este caso— quejoso El País, ni mucho menos a El Plural, u otros sitios semejantes.
Incluso La Vanguardia destaca el asunto y hace mohín de escandalizarse sesgando un primer plano del crucifijo, no se sabe bien si para que se vea, o para que parezca más grande. O el Levante dice que la izquierda se siente molesta con el asunto.
Otros medios han sido más bien comedidos, según puede verse, por ejemplo con lo que publica el ABC, o el 20minutos.
Y es también El País quien en otro lugar relata su peculiar versión de intensidad “fortissima” en la Comunidad Valenciana, en donde mezcla el crucifijo de madera con las protestas casuales de indignados tipo 15-M en la calle, los escándalos pasados, presentes y futuros (imagino que si no menciona que son cuestiones aún presuntas, es sólo por puro despiste) de algunos gobernantes de la región valenciana.
O si no es por despiste, quizá pueda ser que el “escándalo” es algo que —de suyo, así, por las buenas— no está muy aposentado en la realidad, sino que es producto de la intervención directa y probablemente con intención explícita por parte de algunos medios en “escandalizar” con algunos asuntos a sus lectores, y ya de paso, intimidar o algo así a los protagonistas del escándalo montado.
Escándalo mayormente montado por los medios, no necesariamente por los protagonistas. O al menos, por algunos de los protagonistas, que de todo hay.
Porque el caso es que casi ningún medio (lo digo así, porque no los he visto al 100%) titula que en esa misma sesión las diputadas Marina Albiol y Esther López (EU) lucían llamativas camisetas con el lema “Rumbo a Gaza” y “Por la Tercera República“. No he encontrado fotos en Google, aunque refieren el asunto algunos de los medios citados, no en titulares, sino en párrafos ‘interiores’ del reportaje.
Tampoco he visto destacado en titulares algo que también leo en ‘parráfos interiores’, como que diputados del PSPV, Compromís y EU llevaban vistosas chapas de "Sí al valencià", como protesta contra el decreto del trilingüismo.
Y tampoco aparece en los titulares que alguien ha prometido el cargo para trabajar "por la clase trabajadora, por la ética y por el valenciano", y otro lo ha hecho "por imperativo legal" y con el fin de "trabajar por el valenciano"…
Atuendos, distintivos y fórmulas que —parece evidente— no forman parte del protocolo previsto.
Todo esto lleva a pensar que la corrección política que se pretende hacer imperar en el solar patrio excluya la manifestación externa de la propia fe cristiana por cualquier signo, mientras que parece de perlas la manifestación de las creencias —eso son— en la conveniencia de una tercera república, o en "el imperativo legal" o el "sí al valencià", o la promesa del cargo "por la clase trabajadora".
Visto lo cual, la prensa más o menos servil de la corrección política, asumidora habitual de unos cuantos ismos (del relativismo al escepticismo o al emotivismo) —que haberla, hayla, y temo que en exceso de celo— monta la escandalera. Pero sólo con el crucifijo de Cotino, por supuesto, quien —al igual que sus otros colegas en Valencia— en realidad ha hecho lo que le ha venido en gana. Solo que los medios presuponen que Cotino se toma a conciencia o en serio lo que hace, porque va contra corriente, mientras que injustamente se presupone que los otros lo hacen en buena parte a beneficio de inventario, navegando a favor de la corriente relativista o escéptica.
Total, que algunas de las escandaleras que montan los medios resultan necesariamente selectivas (desde luego, no todo cabe en titulares) pero también algo así como aconejadas e intencionalmente tendenciosas: porque hoy —y por el momento— parece haber barra libre para escandalizarse (alguno en plan farisaico) y de paso dar leña al crucifijo cristiano y a quien —actuando en serio y en conciencia— lo muestra, mientras que se deja para los párrafos interiores mencionar sin rasgado de vestiduras ni recriminaciones las posturas relativistas o navegantes, que parecen menos personalmente serias.
Dicen algunos sofistas que lo importante es que hablen de uno, aunque sea bien. Siguiendo este principio relativista, pienso que al menos las diputadas Marina Albiol y Esther López deberían haberse quejado pública y amargamente de no ser tomadas tan en serio por la prensa (subida al cómodo carro del relativismo ambiental) como en este caso lo ha sido el señor diputado Juan Cotino, nuevo presidente de Les Corts valencianas.
Juan José García-Noblejas
Que hablen, que digan, que hagan lo que quieran. Pero nosotros los que hemos conocido a Jesús en la cruz, debemos llevarla por estandarte y no avergonzarnos nunca de ella. Antes mal para quien se escandalice que nos persigan por ello, que eso tambien servirá para salvación de otros.
ResponderEliminarUn abrazo J.Ramón.
De acuerdo contigo. No nos puede sorprender esto. Para los que conocemos a Cristo la Cruz es motivo de profundo agradecimiento. A través de ella conocemos hasta donde nos ama Dios. Con los que no la entienden y la rechazan: paciencia. Trataremos de ayudarle a comprender su profundo significado. Es una tragedia recorrer la vida entera sin conocer el sentido de la Cruz. Ello significaría que hemos gastado nuestra existencia sin conocer el misterio del Amor infinito de Dios hacia nosotros. Un cordial saludo
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