Cuando se habla de envejecimiento de la población, es normal pensar en Europa. Hay que empezar a mirar a otro lado. El Extremo Oriente es la parte del mundo que más deprisa envejece. Lo que supone el fin del modelo que le dio su vigoroso desarrollo, basado en una economía orientada a la exportación, alimentada por abundante mano de obra barata y gravada con pocos costes sociales. Estos países se enfrentan de súbito a problemas como los de Occidente pero sin que sus sistemas de protección social (salvo en Japón) hayan alcanzado la madurez.
El gráfico muestra el envejecimiento previsible de 2000 a 2040 de
Japón, China y los “tigres asiáticos”, expresado en porcentaje de
población mayor de 65 años. Se añaden tres términos de comparación que
no pertenecen al Extremo Oriente. Por un lado, Estados Unidos y la Unión
Europea (UE) representan el Occidente rico, que –junto con Japón– ya
experimentan lo que a los orientales se avecina. Por otro lado, se ha
escogido también la India, el segundo país con más habitantes del mundo y
ejemplo de pujanza demográfíca en Asia meridional. En efecto, esta otra
región tiene una población comparable, pero joven; tampoco los otros
países que la forman (Indonesia, Filipinas, Malasia...) llegarán al 15%
de mayores de 65 en 2040.
ACEPRENSA
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