Será beatificado este domingo en una misa que clausurará el Sínodo de la Familia y a la que asistirá Benedicto XVI.
“Este hombre santo no se da cuenta de que se mete en un avispero”, comentó Juan Bautista Montini (1897-1978) cuando Juan XXIIIsorprendió al mundo anunciando la convocatoria del Concilio Vaticano II. El cardenal de Milán no podía sospechar que pocos años después le tocaría, de1963 a 1965, presidir el “avispero”, clausurarlo, y pilotar su aplicación en los años turbulentos que siguieron al 1968.
La Iglesia que ahora vemos es, en buena parte, mérito suyo. Tomó el nombre de Pablo, el gran evangelizador, y fue el primer Papa viajero, peregrino en los cinco continentes. Pero fue, sobre todo, un reformador valiente en tiempos muy difíciles.
Aceptó ser coronado con la tiara regalada por los fieles de su diócesis de Milan, pero un año más tarde la puso a la venta para ayudar a los pobres. El cardenal de Nueva York, Francis Spellman recaudó un millón de dólares, y ahora se conserva como reliquia nacional en Washington. El Papa entregó el dinero a la Madre Teresa, visitando con ella a sus enfermos y moribundos en Calcuta.
Era hijo de un abogado y periodista con gran sentido de la justicia social. Empezó a escribir en la revista “La Fionda” a los 21 años, y se convertiría en un gran comunicador, con palabras y con gestos. En 1968, por ejemplo, se fue a celebrar la misa de Nochebuena con los obreros en una planta siderúrgica en Tarento.
Rompiendo una tradición de varios siglos, emprendió nueve viajes internacionales. En el primero, tras los pasos de Jesucristo, abrazó en Jerusalén al Patriarca Atenágoras, marcando el rumbo de ecumenismo seguido por sus sucesores.
Sufrió un atentado
En 1965 fue el primera Papa que intervenía ante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York y celebraba una misa en el Yankee Stadium. Después viajó a Fátima, Turquía, Colombia, Uganda, Irán, Pakistán, India, Indonesia, Australia…
Sufrió un atentado, en 1970, cuando un pintor boliviano desequilibrado le asestó dos puñaladas a su llegada al aeropuerto de Manila. La camiseta ensangrentada es la reliquia que será expuesta hoy en la ceremonia de beatificación en la Plaza de San Pedro. Asistirá en primera fila Benedicto XVI, nombrado arzobispo de Múnich y cardenal precisamente por Pablo VI. Rodearán al Papa Francisco los 253 participantes en el Sínodo de la Familia. Ese gran consejo consultivo de obispos de todo el mundo, fue creado por Pablo VI hace justo cincuenta años.
El Papa Montini realizó una gran reforma de la Curia vaticana. Abolió la corte pontificia, retiró el adjetivo “sagrado” de donde sobraba, como en las “sagradas congregaciones”, y abolió el índice de libros prohibidos. Nombró a las dos primeras mujeres doctoras de la Iglesia: Teresa de Ávila y Catalina de Siena.
Rejuveneció el Cónclave excluyendo a los cardenales mayores de 80 años, y fijó la renuncia de los obispos diocesanos a los 75. Sopesó la suya propia al acercarse a los 75 años y, después, a los 80, pero en ambas ocasiones decidió continuar como Papa mientras tuviese fuerzas, que no le fallaron hasta el final.
En octubre de 1974 presidió un Sínodo de Obispos sobre la evangelización. Su resultado fue la exhortación apostólica “Evangelii Nuntiandi” que, según el Papa Francisco, es “el documento pastoral más importante del post-concilio, y no ha sido superado”.
De puño y letra
El Papa contó a los sacerdotes de Roma que Pablo VI “la escribió de su puño y letra porque, al final de aquel Sínodo, no se ponían de acuerdo sobre si hacerla o no… El relator, que era san Juan Pablo II, le entregó los folios como diciéndole: ‘Decide tú, hermano’. Pablo VI leyó todo y escribió ese gran documento pastoral”.
La fuerza de la “Evangelii Nuntiandi” y la música de la exhortación apostólica “Gaudete in Domino” –una primicia de Pablo VI sobre la alegría cristiana- latían en el breve discurso del cardenal Bergoglioantes del Cónclave. Y ambas forman las columnas de la exhortación apostólica “La alegría del Evangelio”, el programa de este pontificado.
El Papa Montini dirigió con heroísmo la Iglesia en los difíciles años del post-concilio, cuando los conservadores le culpaban de la crisis y los “progresistas” de frenar el desarrollo conciliar.
Fue un gran diplomático, un gran intelectual y un gran pastor. Entre sus siete encíclicas destacan “Ecclesiam Suam” (1964) sobre el diálogo con el mundo, “Populorum Progressio” (1967) sobre el desarrollo económico, y “Humane Vitae” (1968) sobre matrimonio, vida y paternidad responsable.
El milagro para su beatificación tuvo lugar en Estados Unidos en 2001. Fue la curación extraordinaria de un feto de cinco meses con rotura de vejiga y ausencia de líquido en el saco amniótico. Los médicos aconsejaron un aborto pero los padres, siguiendo el consejo de una monja italiana que le había conocido, optaron por rezar a Pablo VI. Contra todo pronóstico, el niño nació sano y es hoy un adolescente feliz.
abc.es
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