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lunes, 2 de noviembre de 2020

El síndrome del «niño empantallado»: 10 consejos para que la tecnología no afecte a su capacidad creativa



Aunque no está enmarcada dentro del listado de enfermedades psiquiátricas, la adicción a las pantallas es cada vez mayor, tanto en adultos como en niños. Pero son estos últimos sobre los que debemos prestar una especial atención ya que, aunque el elemento «facilitador» de la tecnología es indiscutible, su uso descontrolado puede mermar seriamente sus capacidades creativas, sociales y cognitivas, repercutiendo todo ello en su futuro más próximo. 

 Para evitar esto, la experta en lenguaje y desarrollo infantil Tamara Chubarovsky apuesta por una correcta selección de imágenes y por aprovechar los enormes beneficios que aporta un instrumento tan divulgativo e infantil como son los cuentos, narrados en directo por los adultos de referencia: maestros y familiares. 
El aumento vertiginoso del tiempo que los niños pasan expuestos a la tecnología diariamente es un hecho que, más allá de ser constatado por numerosos estudios y especialistas, se puede percibir en la mayoría de los hogares de nuestro país. Además, la actual pandemia y sus respectivos periodos de confinamiento han hecho que esta tendencia se agudice aún más. 

Y es que no es de extrañar que, hoy por hoy, convivan el mismo número de personas que pantallas encendidas, ya sean estas de teléfono móvil, tablet, televisión, PC o videoconsola. Más allá de los consabidos problemas de sedentarismo, aislamiento social o falta de concentración, la adicción a las pantallas o lo que la experta en lenguaje y desarrollo infantil Tamara Chubarovsky denomina coloquialmente como «Síndrome del niño empantallado» afecta seriamente a su capacidad creativa y expresiva. 

Dicho de otro modo, la ausencia de imaginación dificulta tanto su capacidad para generar imágenes mentales como sus capacidades comunicativas y de desarrollo del lenguaje. Todo ello desemboca irremediablemente en un mayor aburrimiento, apatía y necesidad de consumo exterior. La OMS ya lo advirtió en 2019 «Para crecer sanos, los niños menores de cinco años deben pasar menos tiempo sentados mirando pantallas o sujetos en carritos y asientos, dormir mejor y tener más tiempo para jugar activamente». 

Así de tajante se expresó la Organización Mundial de la Salud (OMS) a finales del mes de abril del 2019, cuando publicó una serie de directrices sobre actividad física, sedentarismo, y sueño en niños menores de 5 años. En concreto, la doctora Juana Willumsen, coordinadora de la OMS para la obesidad infantil y la actividad física, afirmó que «lo que realmente debemos promover es que los niños vuelvan a jugar. Se trata de potenciar el tiempo de juego activo en detrimento del tiempo dedicado a actividades sedentarias frente a las pantallas». 

De igual forma, la doctora Willumsen apuesta por dos conceptos clave para el correcto desarrollo del niño: la interacción del niño con el cuidador y el desempeño de actividades que no supongan la exposición a pantallas como leer, contar cuentos, cantar, hacer puzles, etc. Cómo ayudarles a recuperar su capacidad creativa Entre todas estas propuestas ofrecidas por la OMS, los cuentos, canciones y rimas con movimiento, son herramientas en las que Tamara Chubarovsky incide especialmente para que el niño desarrolle tanto su capacidad creativa, como de comunicación, orientación espacial y temporal (y secuenciación de la historia). 

 Experta en lenguaje y desarrollo infantil, Chubarovsky lleva 21 años impartiendo cursos y conferencias, por lo que sus Rimas con movimiento están presentes en escuelas y familias de habla hispana de todo el mundo. Hace un año creó su escuela online y más de 3.500 alumnos de 38 países han hecho alguno de los cursos que ofrece. Para ella, es urgente revertir esta situación si no queremos adultos completamente vacíos. «Observamos que a menor creación y vida interior, más aburrimiento, apatía y necesidad de consumo exterior» afirma. 

 La primera medida para promover imágenes interiores que aporta Tamara es reducir al máximo las imágenes exteriores. «Si, por ejemplo, ya han visto en la televisión la película de La Bella Durmiente, cuando les contemos el cuento evocarán esas imágenes y no crearán sus propias imágenes mentales. Esto ocurre en general con personajes arquetípicos como el gigante, el enanito, la princesa, el lobo, etc. Si ya hay una imagen exterior establecida, será mucho más difícil, sino imposible, crear la propia» concluye. 

 Además de abolir la creatividad y fantasía propia, tenemos el inconveniente de que, por la noche, un gigante u ogro de una película, puede emerger en sus sueños produciendo miedo. Son imágenes difíciles de digerir. Una imagen propia será creada a la medida de cada uno. Sin embargo, Chubarovsky tampoco apuesta por una supresión total de imágenes. «Tampoco quiero decir que haya que excluir de la vida del niño las imágenes; el niño tiene necesidad y hambre de imágenes. La cuestión es saber qué tipo de imágenes le puedo acercar, sabiendo que, si lo que quiero es estimular su propia imaginación y capacidad mental, deberé escoger siempre imágenes sencillas e “incompletas”. 

Y como el niño antes de los 6 o 7 años no está plenamente capacitado para la producción propia y abstracta de imágenes, le acompañaremos en este proceso» afirma. 10 consejos para recuperar su capacidad creativa La especialista lo tiene claro: «a mayor simplicidad externa, mayor actividad interna». 

Pues bien, en el caso tanto de niños pequeños como de cualquier otro con mayor dificultad en este campo, la transición hacia esta actividad interior plena se puede llevar a cabo de manera exitosa siguiendo los siguientes 10 consejos. Todos ellos permitirán que los más pequeños de la casa trabajen y potencien su capacidad creativa. 

 1. Reducir imágenes externas sofisticadas (TV, PC, etc). 
 2. Ofrecer cuentos con imágenes sencillas. 
 3. Una pequeña historia contada con ayuda de los dedos (Rimas con Movimiento de Tamara Chubarovsky), es un magnífico microcuento con soporte visual, que además se puede apoyar tocando al niño. 
 4. Elegir cuentos simples, con poca trama y repetitivos. Un ejemplo son los Cuentos para ver, oír y sentir. 
 5. Narrarlos de manera sencilla, sin dramatizar ni exagerar las voces, pero tampoco de manera monótona y haciendo las suficientes pausas para que los niños tengan tiempo de ir creando mentalmente sus propias imágenes interiores. 
 6. Apoyar la narración con pequeños gestos de manos. 
 7. Apoyar la narración con títeres de mesa. Son un gran recurso para desarrollar la capacidad de orientación espacial, temporal y secuenciación de la historia, fundamentales para organizar posteriormente mentalmente las ideas e imágenes. 
 8. Transformar la narración en un cuento vivido, haciendo que los niños se muevan y actúen, para poder así sentir los personajes y crear imágenes con vínculo emocional. 
 9. Contar un solo cuento y, a ser posible, repetirlo durante varios días. 
 10. Complementar los cuentos con juegos y actividades que impliquen el contacto físico y el movimiento del niño y , en definitiva, su interacción afectiva y social con el entorno. Apúntate a la newsletter de Familia y recibe gratis cada semana en tu correo nuestras mejores noticias.

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