Comienza su carta Mons. Echevarría manifestando la alegría de innumerables hijos de la Iglesia y de tantas personas en el mundo entero por la noticia de la próxima beatificación de Juan Pablo II, el próximo día 1 de mayo, afirmando que me venía al pensamiento que el mejor modo de dar gracias a la Trinidad, por este nuevo don a la Iglesia y a la humanidad, se resume en reemprender con nuevo impulso, llenos de gozo, el camino de la santificación en las circunstancias ordinarias de la vida, que hemos aprendido de San Josemaría y que Juan Pablo II, en la Carta apostólica dedicada al nuevo milenio, indicó como el principal ‘desafío’ dirigido a todos los cristianos sin excepción.
Y continúa con las palabras del Siervo de Dios Juan Pablo II en la citada Carta apostólica Novo Millennio ineunte: «Este ideal de perfección no ha de ser malentendido, como si implicase una especie de vida extraordinaria, practicable sólo por algunos "genios" de la santidad. Los caminos de la santidad son múltiples y adecuados a la vocación de cada uno (...). Es el momento de proponer de nuevo a todos con convicción este "alto grado" de la vida cristiana ordinaria. La vida entera de la comunidad eclesial y de las familias cristianas debe ir en esta dirección», recordando que lo mismo manifestó en la Bula de canonización de nuestro Padre, definiéndole como “el santo de la vida ordinaria”.
Sin Jesucristo, continúa el Prelado, no podríamos aspirar a esa meta: “sine me nihil potestis facere”, puntualiza en el Evangelio de San Juan. Y cada uno ha de colaborar libremente, abrirse a la gracia del Espíritu Santo que nos llega especialmente por medio de los sacramentos, a través de signos sensibles que la bondad y sabiduría del Señor ha establecido para acercarse a sus criaturas.
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